Los auxilios parlamentarios y la corrupción van unidos a los gobiernos de turno, a los contratistas y a todos los que viven del Estado.
Critica de la “Crónica de Gardeazábal” a los auxilios parlamentarios y la corrupción que no dejan ver el mensaje de cambio que el paro y la violencia de los últimos días le mandan a la clase política:
“MORDIÉNDOSE LA COLA
Durante 76 años he vivido en este país y nunca he dejado de sentirme orgulloso de él, pero después de esta pandemia infinita, y del paro bloqueador, siento que ahora Colombia se muerde la cola como los perros bobos.
Tanto, que he comenzado a dudar si mi patria va camino a desbaratarse finalmente.
Y lo digo de refilón porque parecería que ninguno de quienes nos gobiernan leyó el mensaje implícito que esta crisis proporcionó, y tampoco ninguno de los que han salido a la palestra anunciando que pretenden gobernarnos, ha sido capaz de admitir la realidad y mucho menos de pregonar una reforma muy profunda de leyes, costumbres e instituciones.
Se quedan unos y otros con el decorado populista. El gobernante actual con sus mentiritas pilladas en cada curva del trascurrir histórico y los aspirantes a sucederlo siguiendo en la misma ruta de siempre.
¿Se puede gobernar a Colombia sin robar?
Al Congreso acaban de presentarle un proyecto de presupuesto que se niega a reflejar la crisis que estamos soportando desde comienzos del 2020.
Eso sí, se precipitaron a aprobar a pupitrazo limpio la creación de un Fondo Especial para meter olímpicamente de ahora en adelante las partidas presupuestales que los ministros de Hacienda negociaban para incluir a cambio del voto de los congresistas en favor de las leyes presentadas por el presidente.
En otras palabras, para los auxilios parlamentarios han montado una lavandería que esquiva el acto que no por repetido cada año es denigrante siempre, y así evitar que les llamen legalmente vendedores o compradores de votos.
Ya no tendrán entonces que preocuparse los contratistas por las culebras de la justicia tarifada, que a veces se vuelve y los pica por ajisiar a los ordenadores del gasto.
Ya no va a ser considerado jamás como delito el que hayan sido ellos mismos, los contratistas, quienes se hayan adueñado de los partidos políticos y que, sin perder su carácter de contratistas del estado, negocien sus canonjías presupuestales por anticipado con los candidatos a alcaldes, gobernadores, concejales, diputados y congresistas.
El país, para no tener que llamar corrupción a la madre de la gran sinverguezada que se apoderó del manejo del estado, acepta sin chistar las fórmulas eufemísticas que le cambian de nombre a toda vagabundería.
Así como le modificaron a cada reforma tributaria el nombre para volverlas más pomposas y menos efectivas, consiguieron convertir en su momento los asesinatos causados por los uniformados en falsos positivos.
Es un vicio sacrosanto de este país para negarse a aceptar que jamás se le puede gobernar sin robar.