Colombia repite su historia violenta, desde la guerra de los mil días hasta hoy, dice Gardeazábal.
Y en sus Crónicas del Enchuspado señala como Colombia repite su historia, desde el manejo de la violencia hasta legalizar la economía del narcotráfico.
“Este país se ha metido a lo largo de la historia en unos berenjenales donde nunca deberíamos haber caído.
Pero allá fuimos a dar y de allá hemos salido.
Cuando la última guerra civil, o acaso la única verdadera guerra formal se terminó, la de los Mil Días, nos buscamos la fórmula para que Uribe Uribe, el jefe de los liberales, el general que había hecho todas las batallas y escaramuzas de los últimos 30 años del siglo 19, y todas las había perdido, fuera congresista de la República y al Capitolio lo hicieron elegir para que la horrorosa división entre liberales y conservadores se pactara en un espacio de palabras y no de fusiles Remington.
Como la opción estaba dando resultado, las fuerzas oscuras que desde el averno han regido a Colombia, lo mataron en las gradas del mismo Capitolio.
Cuando 50 años después se repitió la imbécil batalla y el país volvió a dividirse con muertos de por medio en la atroz violencia entre liberales y conservadores, se buscaron otra solución parecida, se reunieron en un balneario español Laureano Gómez y Alberto Lleras y se inventaron el Frente Nacional no solo para partirse la marrana cuanto para sembrar y cosechar perdón y olvido.
No había pasado medio siglo y ya vimos cómo Santos, con su paz exclusiva y excluyente terminó haciendo lo mismo.
Sentando en el Capitolio a los jefes de la guerrilla que firmó la paz en La Habana, encabezados por Timochenko.
¿Por qué Colombia repite su historia?
Cuando Uribe Uribe fue al Congreso, las fuerzas oscuras disfrazadas de jesuitas gloriosos, o viceversa, pusieron fin al proyecto.
Cuando el Frente Nacional se pactó López Michelsen con el MRL por un lado y Rojas Pinilla con la ANAPO por el otro hicieron tambalear la nueva Colombia que surgía y le abrieron, por acción u omisión, paso a la Colombia guerrillera y paraca.
Ahora ya no se van a la guerra, pero con belicosidad de palabra y utilización indebida de los medios al alcance, la polarización entre Petro y Uribe, pero sobre todo entre los uribistas y el resto de colombianos, ha llevado al desespero.
Sentar a Petro y Uribe alrededor de una mesa para repetir la historia de Colombia, aunque sería lo lógico, es imposible. Tal vez por ello la fórmula angustiosa rebrota.
Se les está pidiendo al uno y a otro que se retiren para siempre del campo de batalla. Si al enemigo no se le puede ganar la guerra y queda vivo, partes y contrapartes deben hacerse al margen.
Quizás por la misma razón los senadores Iván Marulanda y Feliciano Valencia han presentado el proyecto de ley para abrirle a la economía subterránea, la del narcotráfico, las puertas de la economía cifrada y dirigida por normas de respeto entre todos.
Como a la coca no se le pudo ganar la batalla hay que montarla al bus, tal cual hicieron con Uribe Uribe y López Michelsen y Navarro Wolff y con tantos otros. Es repetir la historia porque no hemos perdido la costumbre”.