Casi el único tema en el Concejo de Medellín, en los nueve meses que lleva de sesión, es el robo de la ciudad por Daniel Quintero y sus secuaces y, aparentemente, no hay más foco de discusión.
A raíz de la decretada inhabilidad de Juan Carlos Upegui como concejal, el líder social de San Antonio de Prado Daniel Esteban Salazar pregunta si el Concejo de Medellín seguirá pensando en luchas personales o egos o si, por el contrario, buscará trabajar por la ciudad.
Una reflexión muy interesante porque el propio concejal Alejandro de Bedout señaló que estos nueve meses los 21 concejales le costaron a Medellín 12 mil 600 millones de pesos ( $ 12.600.000.000) que servirían mucho en una ciudad que necesita inversión social y no mantener, con contadas excepciones, a 21 concejales que muy poco le aportan al desarrollo de la capital paisa.
Esta es la reflexión de Daniel Esteban Salazar:
“La salida de Juan Carlos Upegui del Concejo de Medellín ha generado diversas reacciones y posturas dentro de la política local. Upegui, conocido por ser cercano al exalcalde @QuinteroCalle debe dejar su cargo en el Concejo de Medellín después de un fallo en segunda instancia del Concejo de Estado. Esta decisión ha sido objeto de comentarios y burlas por parte de algunos de sus colegas en el Concejo, lo que pone en evidencia el tono polarizado, tonto y confrontativo que ha caracterizado la política en Medellín en los últimos años y con la que se hicieron elegir en el 2023 algunos de los hoy Concejales que desde mi punto de vista les falta mucho para estar a la altura de la dignidad de un Concejal de la segunda ciudad más importante de Colombia y bastión de la Oposición democrática con dos gobernantes como lo son @FicoGutierrez y @AndresJRendonC
La Salida de Juan Carlos Upegui resalta el impacto que la política electoral puede tener en las dinámicas internas de los órganos legislativos locales, como el Concejo de Medellín.
Al ser destituido de su curul, Upegui deja un espacio que seguramente se llenará con nuevos debates sobre el papel de los concejales en la política local y las alianzas que estos establecen con actores del poder ejecutivo, como fue en su momento el vínculo del concejo anterior con el entonces Alcalde Quintero, al menos pienso yo que como ciudadano ya dejen el tema ahí y que los debates no se centren en si fue, si no fue, si es familiar o no de Quintero, pues ese ha sido el discurso en 10 meses de algunos de sus compañeros. Por otro lado, las burlas de otros concejales muestran un deterioro en el respeto por las reglas básicas del debate democrático.
El desacuerdo político es natural, pero la burla y el desdén contribuyen a una deslegitimación del debate serio y argumentado, algo fundamental para que las instituciones democráticas funcionen de manera efectiva.
Estas burlas, además de restar seriedad al cargo público, reflejan una división política que va más allá de las diferencias ideológicas, y se manifiesta en ataques personales y menosprecio. Esta situación invita a reflexionar sobre la importancia del respeto y la tolerancia dentro de las instituciones políticas.
A pesar de las diferencias, es esencial mantener un nivel de diálogo constructivo (que evidentemente a algunos concejales les quedara imposible) que permita a los líderes centrarse en las necesidades de la ciudadanía y no en luchas personales o egos. Un Concejo fracturado y enfocado en las descalificaciones es contraproducente para el avance de los proyectos que buscan mejorar la calidad de vida de los habitantes de Medellín
Finalmente, la política debe girar en torno al servicio público, y tanto los concejales como los demás actores políticos deben tener en cuenta que, en última instancia, son los ciudadanos quienes sufren cuando el debate político se convierte en un espectáculo de ataques y burlas, en lugar de un espacio para la construcción de soluciones. Esta situación debería ser un recordatorio de la necesidad de reivindicar la política como un espacio de respeto y colaboración, donde las diferencias se resuelvan mediante el diálogo y no el desprecio.