Los escándalos de la Fábrica de Licores de Antioquia, denunciados en varias publicaciones sucesivas por el periódico El Colombiano, llevaron a una crisis administrativa que terminó con la renuncia «obligada» de varios directivos.

En los últimos meses del año 2018, el periódico narró cómo se compraron sellos de seguridad para las botellas de aguardiente y ron que no servían, supuestamente importados, aunque nadie en la Fábrica de Licores de Antioquia mostró los certificados de importación y en lo que aparentaba ser un contrato “dirigido”, el cual costó más de 7 mil millones de pesos.

A esta denuncia se sumó la forma en que se pagaba a los artistas que cumplían conciertos para la Fábrica de Licores o que se convertían en imagen de la licorera, a quienes se les entregaban cajas de licor, a través de intermediarios, sin pagar IVA ni las contribuciones tributarias a que obliga la ley.

Las respuestas del gerente de la Fábrica de Licores de Antioquia, Iván Correa Calderón a las denuncias de El Colombiano, fueron contradictorias y agregaron más misterio al millonario contrato y a quienes se lo ganaron.

Esas denuncias se sumaron a las presentadas sobre la alta injerencia del hijo de Iván Correa Calderón en las decisiones que se toman en la FLA, en el manejo de las “fiestas” y las “modelos”.

Hasta que este miércoles una visita sorpresiva de la Contraloría General de Antioquia y los hallazgos administrativos llevaron a la renuncia de varios funcionarios, “aquellos que parecían levitar”, según explicó un funcionario de la FLA y otros que trataban a los demás empleados y funcionarios “con prepotencia”.

Mientras avanza la crisis administrativa, se conoce también que la producción de la planta de la FLA está en uno de los niveles más bajo de la historia, sin que se sepa exactamente por qué.