Una investigación de www.ifmnoticias.com sobre la estafa que habría cometido CENSA contra estudiantes en Estados Unidos y Costa Rica recordó cuando los dueños de esa institución educativa llegaron a Medellín.

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Eran los años 90 cuando la plata “fluía” y “fluía” y los dueños fundaban y fundaban empresas.

De la mano de un primo periodista, quien conocía todo el poder político y económico de Medellín, llegaron los primos de Santander a la capital paisa.

“… De pronto es la última vez que hacemos esta tertulia aquí”, le dijo Federico Velásquez Arroyave a los periodistas que cada ocho días invitaba a conversar y “echar cháchara” en una Escuela de formación para el empleo y el trabajo que había fundado con su familia en cercanías al barrio Boston.

En esa zona quedaban por lo menos otras diez similares, todas capacitando a personas en secretariado bilingüe, taquigrafía, asistencia de contabilidad y áreas tributarias.

Federico había recibido una llamada del periodista para que recibiera a unos primos que querían hacer un trabajo social educando a personas de bajos recursos, a muy bajos precios. Es decir, le iban a comprar su escuela.

¿Por qué Federico no le vendió a los de CENSA?

Ocho días después, le pregunté… ¿Qué Hubo…sí vendiste?

Federico, un “zorro político” que había sido alcalde encargado de Medellín, secretario de educación, gerente de Empresas Varias y que se volvió famoso por donarle un riñón a su hermano, el congresista Manuel Ramiro Velásquez Arroyave, dijo un “…Nooooooooo” larguísimo.

Según contó, en la reunión los primos de Santander, una región dominada por el narcotráfico y el ELN, le habían preguntado el precio de la escuela.

“Es tanto…”, les dijo.

Y ellos, sin saber si tenía un estudiante o un millón, le ofrecieron el doble para que les entregara inmediatamente.

Ahí a Federico se le salió el “zorro” y pensó en la carrera del hermano congresista y discretamente les aseguró que debía consultar con su familia, porque al fin y al cabo la “escuela” era más una labor social de ellos que un “negocio”.

“… Yo pensé que con tanta plata era mejor que hicieran esa labor social en Santander, que tenía más pobres que Medellín”, dijo, palabra más palabra menos.

Sin embargo, entre las calles Bolivia y Perú, cuatro o cinco dueños de las escuelas que existían no desaprovecharon la “oferta” y al unirlas nació oficialmente CENSA.

Ese estilo de chequera abierta también les funcionó cuando los socios del Club Medellín autorización vender la sede del centro, un terreno gigantesco.

Aunque la Junta Directiva sabía que varios socios eran constructores y querían comprar esa sede, fue imposible no escuchar la tentadora oferta de CENSA y, casi sin consultarlo, el centro educativo se quedó con el valioso lote.

Después de esa gigantesca compra, CENSA anunció que se volvía internacional y que su destino era invertir en Estados Unidos y Costa Rica.

Hasta que ahora llega la denuncia de IFM Noticias, quizá porque en esos países tienen más controles para los camiones.