Darío Arismendi dejó su cargo como director de 6 am de caracol radio y se le recordará por su gran paso como director del periódico El Mundo, pero también por sus ataques contra Álvaro Uribe y su aparición en los Panamá Papers, un listado denunciado por un grupo de periodistas donde aparecen narcotraficantes, dictadores, empresarios, el Alcalde Federico Gutiérrez y una compañía a la cual pertenecía y otras personalidades colombianas que buscaban evadir impuestos.

Al dejar su cargo, muchos escritos reconocieron su admiración por el Darío Arismendi periodista, pero otros recordaron su arrodillamiento ante quienes tenían el poder de turno y los beneficios que intentó obtener de ellos.

Según uno de ellos, Darío Arismendi se volvió “enemigo público” de Álvaro Uribe cuando intentó pedir que la entregaran una emisora desde el gobierno central y, ante la negativa, inició durante los últimos seis años su diatriba diaria contra el expresidente y hoy senador del Centro Democrático.

Sin embargo, una de las mayores críticas, que reflejan su “ambición personal”, vino de uno de sus estudiantes en la Universidad de Antioquia, quien contó como de un día otro Darío Arismendi pasó de peatón a propietario de un Renault 12 y de amigo del sindicato a vocero escrito de la empresa automovilística.

Ese episodio recordó la anécdota de su “expulsión” del periódico El Colombiano, cuando un día llegó a trabajar y no lo dejaron entrar, ni a él ni a Humberto López López, y les pidieron pasar más tarde por sus “cosas”.

Buen profesor pero mal ejemplo:

Esta es la historia de Arismendi profesor de la U. de A y su salida del centro universitario:

“Darío Arismendi

“Fue mi profesor de periodismo

“• Bueno como profesor

“• Malo como ejemplo ético

“Por Rodrigo Maya Blandón

“Darío Arizmendi Posada fue mi profesor de periodismo informativo en la U. de A. en 1975. Como profesor mostró conocimiento de la materia, carisma y buena exposición. Como ejemplo a seguir en el campo ético, peló el cobre y fue tanto su desatino, que ese fue su último curso en la prestigiosa Universidad de Antioquia. Salió por la puerta de atrás.

“La historia empezó con el curso de periodismo informativo que coincidía en el tiempo, con la huelga más fuerte que ha tenido en su historia, la empresa colombo-francesa Sofasa/Renault. Darío era asistente de la Dirección de Juan Zuleta Ferrer y a la vez, jefe de redacción de El Colombiano y cubría (por su propia imposición sobre el periodista habitual de esta fuente) el desarrollo informativo del paro obrero. El tema de sus clases, eran sus crónicas que comentaba como material didáctico. Las primeras crónicas nos emocionaban por ser neutrales frente al interés de los trabajadores. Por fin, pensábamos, la clase obrera recibía buen trato en un medio de comunicación conservador.

“Nos informaba, con lujo de detalles, que el lanzamiento de los modernos Renault 12, estaba paralizado: Los nuevos automóviles permanecían en los patios de la empresa, detenidos por los huelguistas. La emoción nos invadió hasta que la orientación de las crónicas dio un brusco giro en U: Ya la buena era la empresa.

Pero llegó el desconcierto:

“El desconcierto de nosotros, sus estudiantes, fue mayor cuando volvió a su clase de la U montado en un flamante Renault 12, de los que no se vendían debido a la huelga. La clase de ese día transcurrió sin emociones. La de la semana siguiente, si fue emotiva: fue la clase de la malparidez y su última clase en la U. de A.

“Entre la clase del estreno del Renault 12 (que no vendían) y la clase de la malparidez, salió LA MURALLA, nuestro periódico estudiantil que, en una de sus páginas interiores, traía este pequeño mensaje, satírico y letal: “En Sofasa los “sobres” son tan grandes, que cabe un Renault 12 y el que no quiera creer, que llame al periódico “El Colombiano”, donde dicen la verdad RENOLUCIONARIAMENTE”. Descompuesto totalmente y agitando el pequeño periódico, dijo con la voz revestida de furor: “¡Lo que escribieron en este pasquín, es una malparidez!, ¡Todos en El Colombiano lo tienen subrayado!, ¡Esto no se va a quedar así!, ¡iré hasta las últimas consecuencias!”. Solo faltó el “ustedes no saben quién soy yo” y salió del salón dando un portazo para jamás volver.

“Llevado por la malparidez y por los mil demonios, entró, sin anunciarse, a la Dirección Académica de Periodismo y allí exigió expulsión para los responsables del periódico y para el autor de tan terrible libelo. Además, pidió que el claustro de profesores apoyara la expulsión por unanimidad. Varios de los profesores salieron en la defensa de los acusados apoyados en el principio de la libertad de prensa, pilar de la formación académica en cualquier universidad seria. Sin mayorías que respaldaran su arbitraria solicitud, anunció su retiro de la institución.

“Nuestra respuesta en la edición extraordinaria que sacamos a marchas forzadas, fue la lápida que se le puso a Darío Arizmendi Posada como profesor de Periodismo informativo en la U. de A. Su editorial se titulaba: “A propósito de la malparidez”. Resaltábamos ahí, la insensatez de un periodista y profesor de periodismo, y supuesto defensor de la libertad de expresión y de pensamiento, que exigía la expulsión de unos estudiantes que emitían una opinión, más pequeña que un tuiter de hoy.

“Rápido y furioso y montado en un Renault 12 nuevo, que nadie podía conducir ni se conocía en Colombia por esas calendas de 1975, salió nuestro profesor de Periodismo informativo de la U. de A. a continuar su larga carrera de sobres y adulaciones que le dio tanto dinero que no le cupo en Colombia”.