El antiparasitario ivermectina es utilizado en Colombia para frenar el avance del coronavirus, pero fue descartado, por un estudio, como realmente efectivo contra el virus.

Eso muestra “el poder de las farmacéuticas”, dice la “Crónica de Gardeazábal” para www.rutanoticias.co:

“CRUCIGRAMA MÉDICO

Como diría en mis épocas infantiles,” cójame ese trompo en la uña”.

He leído en El Tiempo, El Espectador y la página de Caracol el boletín bien copiado del Centro de Investigaciones Pediátricas de Cali, CEIP, acerca de un estudio publicado en la revista Jama de la American Medical Asociación sobre la inutilidad del uso del antiparasitario ivermectina en pacientes con covid leve en la capital del Valle.

El texto no ha sido revisado por pares, lo que si estilan otras revistas científicas   de mayor peso como Lancet y aparece indudablemente respaldado por una respetable lista de numerosos galenos de esa ciudad que parecen no creer en las investigaciones y experiencias del otro grupo de médicos que acaudillan Oscar Gutiérrez y Jimeno Rojas.

Hasta allí el crucigrama podía resolverse como un simple enfrentamiento entre dos opciones diferentes de enfrentar una enfermedad.

Pero como resulta que al mismo tiempo he verificado en la página del Invima que  en esa entidad estatal autorizaron a realizar ensayos de fase 3 con  la vacuna alemana  de Corevac (que apoya la Bayer)  en distintas  ciudades colombianas a una serie de instituciones hospitalarias y científicas y dentro de ellas se encuentra el CEIP que patrocina  y publicita la investigación mencionada con resultados tan negativos sobre el uso del antiparasitario, me asaltan las dudas y me quedo pensando en todo lo que puede haber detrás de esta situación.

¿Quiénes se han salvado con el antiparasitario Ivermectina?

 Independiente de que la investigación del CEIP no  se hizo con pacientes de todas las edades y con representatividad equitativa y que la dosis que dicen se administró  a los enfermos leves no es ni parecida a la que usaron exitosamente el otro grupo de médicos de Cali con los ancianos del Asilo San Miguel, resulta por lo menos curioso para un ignaro como yo que la misma entidad donde realizan la muestra para dizque comprobar la ineficacia de un medicamento, que se ha vuelto competencia en muchos países de América Latina contra la  esperanzadora vacuna, estén trabajando al tiempo para ensayar la que Corevac/ Bayer pretenden terminar de inventar.

Como ven, el crucigrama médico no está resuelto, aunque sería muy interesante terminar de llenarlo para la medicina colombiana y para el cada vez más crecido número de pacientes que dicen haberse salvado de la peste con el coctel de medicamentos del ancianato San Miguel.

Pero, sobre todo, para que podamos medir realmente los colombianos cuánto es el poder y de qué son capaces las farmacéuticas.

Gustavo Álvarez Gardeazábal