El Edificio Mónaco fue derribado este viernes 22 de febrero y con él cayó un ícono del poder de Pablo Escobar. Era la segunda vez que intentaban derribarlo.
Primero fue Elmer Herrera el que intentó destruir el Edificio Mónaco, por su odio por Pablo Escobar, y después Federico Gutiérrez, el alcalde de Medellín, quien en medio de su narcisismo busca crear shows diarios para que le tomen fotos.
Para justificarlo, Gutiérrez invertirá 70 mil millones de pesos en hacer un parque y alejar a los gringos y extranjeros que llegaban todos los días a tomarse fotos con el edificio como fondo.
Y es que el Edificio Mónaco fue mítico desde su nacimiento. Primero fue la respuesta de Pablo Escobar al club campestre por no dejarlo entrar, y menos hacerlo socio. Eran doce apartamentos unitarios que gozaban de canchas de tenis, piscina, turco, bañeras, yacusis y ascensores privados.
Para derribarlo, se necesitó gastar 6 mil millones de pesos, 270 kilos de explosivos y más de 1200 perforaciones en las columnas y paredes de los ocho pisos de la estructura.
Esas cargas hicieron que la edificación cayera en solo tres segundos, levantando una enorme nube de polvo que cubrió la zona durante cerca de diez minutos.
A partir de la explosión, los bomberos cubrieron las ruinas del Edificio Mónaco con agua, logrando que la nube de polvo desapareciera rápidamente. Ahora vendrá la remoción de escombros, la cual se demorará unas tres semanas y deberá culminar el lunes 11 o el martes 12 de marzo.
Posteriormente, la zona, de unos 5 mil metros cuadrados, se convertirá en un parque público, con un mural dedicado a las víctimas de Pablo Escobar, aunque allí, curiosamente no murió ninguna persona ordenada por el capo del Cartel de Medellín. Antes, por el contrario, y en un total contrasentido, el orgullo de Pablo Escobar fue la única víctima con el atentado de enero de 1988 al edificio Mónaco. Y a partir de ahí, si fueron muchos los muertos en el país.