Hace dos años las autoridades estaban detrás de una banda de traficantes de drogas en el Batallón del Ejército en Fusagasugá, que surtía de marihuana y cocaína a los militares activos.
Tan montada estaba esta red de traficantes de drogas en el Batallón del Ejército en Fusagasugá que tenía una tabla de valores, de acuerdo a la droga y la cantidad que pidiera cada militar.
Por ejemplo, vendían dosis indivuduales de cocaína que iban desde los 20 mil hasta los 80 mil pesos.
Pero, curiosamente, la marihuana, solo la ofrecían en cantidades grandes, como si los militares necesitaran dotarse de estupefacientes para todos los días que estuvieran en servicio por fuera del batallón o en misiones especiales. Así, solo vendían esta droga por libras o media libra, llegando hasta un valor de 450 mil pesos.
La droga era ingresada en panes, bolsas de arroz, canecas de carne y granos que entraban diariamente dos soldados activos al batallón.
¿Quiénes son los traficantes de drogas en el batallón del Ejército en Fusagasugá?
“…Las labores investigativas coordinadas por un fiscal de la Dirección Especializada contra las Organizaciones Criminales permitieron identificar a un grupo delincuencial, que sería el responsable de obtener estupefacientes para luego ingresarlos y comercializarlos en un batallón del Ejército Nacional, en Fusagasugá (Cundinamarca).
“Cuatro de los posibles integrantes de la organización ilegal fueron presentados ante un juez de control de garantías.
«La Fiscalía les imputó los delitos de tráfico, fabricación o porte de estupefacientes; y concierto para delinquir. Todos recibieron medida de aseguramiento en centro carcelario. Los afectados con la decisión son: Fredy Mauricio Cabrera Cabrera, José Antonio Avendaño Trujillo, y los soldados profesionales Enoasis Quinto Andrade y Luis Alfonso Vanegas”, señala el boletín de prensa de la Fiscalía General de la Nación.
Los elementos de prueba indican que diferentes cantidades de marihuana y cocaína eran adquiridas en Bogotá, y enviadas entre buses intermunicipales a Fusagasugá. Al parecer, Cabrera Cabrera y Avendaño Trujillo las recibían y las almacenaban durante varios días en un local de venta de zapatos deportivos y un estudio de tatuajes.
Posteriormente, los dos soldados profesionales presuntamente las ocultaban en vehículos de transporte de alimentos y víveres, que estaban autorizados para entrar a la sede militar. De esta manera, disponían de los estupefacientes dentro del batallón para la distribuirlos.