Sí, solo 10 policías, entre ellos tres mujeres, cuidaron que los 16.354 aficionados presentes en el estadio Atanasio Girardot no generaran ningún hecho de violencia, invadieran la cancha, persiguieran a un jugador o se agredieran entre ellos, en una demostración de fútbol en paz en Medellín reconfortante.
En una ciudad donde hinchas de Nacional acuchillaron, desnudaron y arrastraron el cadáver de un hincha del Medellín, por la carrera 70, y vándalos de los dos equipos se enfrentan con machetes cada domingo, la presencia de tan pocos policías en la cancha, durante el partido del Medellín contra Junior, por la Liga BetPlay, llamó la atención.
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Uno porque, gracias a Dios, no pasó nada. Eso quizá porque este un partido “blanco” sin historia de agresiones y con dos equipos que no son “marrulleros” y se dedican al fútbol.
Segundo, porque Bolillo Gómez, su cuerpo técnico y casi la mitad de los jugadores de Junior, pasaron por el DIM y ya son «como de la casa».
Tercero porque el Medellín habilitó que cada hincha llevara a un “invitado”, ya fuera su esposa, hijo, padre, novia o amigo y eso facilitó que el estadio contara con más aficionados que fanáticos y que el fútbol volviera a ser punto de unión y no de separación.
Claro, afuera del estadio había más policías (en requisas y control de drogas o armas) y, quizá, el Esmad estaba en alerta, pero en la pista del estadio Atanasio Girardot solo estaban 10 policías.
Y, quizá, el “experimento” fue obligado porque muchos uniformados venían doblados de turno con las celebraciones del 20 de julio, pero este domingo, ese futbol en paz en Medellín fue un buen intento de “autocontrol” de los hinchas y una demostración de que sí se puede ir a fútbol tranquilos.
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