Gabriel Turbay Avenader, El presidente que no fue, de Olga L González, es el libro recomendado este fin de semana por el Maestro Gustavo Álvarez Gardeazábal, @ElJodario:
“QUÉ LEE GARDEAZABAL, El presidente que no fue, de Olga L González, editado por Uniandes
Son muy pocos los colombianos que saben quién fue Gabriel Turbay Avenader. El par de monstruos mitificados de Laureano y Gaitán no solo opacaron la mayúscula actividad política y gubernamental del país, sino que terminaron uniéndose para el poder mítico de que han gozado, desmoronar su recuerdo.
Los periódicos bogotanos, que entre 1910 y 1991 hicieron al país, ayudaron a forjar el olvido de este médico santandereano que fue ministro de Gobierno y Canciller, diputado, representante y senador, embajador y candidato presidencial en 1946 enfrentado a Gaitán y a Ospina Pérez, dividiendo al liberalismo para que así perdiera el poder después de 16 años y le abriera paso a la cruel violencia política que nos azotó.
Para rescatar su magnitud, la profesora González ha escrito este muy documentado pero extraño libro para un país desmemoriado.
Estudiando más a Laureano Gómez y a Jorge Eliécer Gaitán, porque eran los dueños del patio, logra recrear el ambiente político en que se mueve Turbay buscando y consiguiendo explicar en muy buen porcentaje las razones por las cuales terminó enfrentado a Gaitán. Revisa y explica muy bien por qué fue perseguido como “turco” en una feroz campaña racista y obstaculizado tanto por los conservadores de Laureano como por los oligarcas liberales dirigidos tras bambalinas por la vanidad inmensa de Alfonso López Pumarejo, quien prefirió siempre a otros contemporáneos suyos.
Pero por alguna razón escrupulosa la autora no se atreve a asomarse ni por una ventanita a la vida privada ni al temperamento personal de Turbay y elimina absurdamente de tajo el análisis de una de las causas de su olvido.
Porque un hombre público que nunca se casó ni tuvo hijos ni se le conocieron amistades íntimas, y que vivía en habitaciones de hoteles o en casa alquilada, pero que además era tremendamente orgulloso y muy sofisticado en sus costumbres, es también responsable de lo que le pasó.
Y por eso tal vez se alejaba más del pueblo liberal que Gaitán le arrebataba.
La tesis de la doctora González cojea entonces, pero no pierde importancia ni deja de ser un esfuerzo mayúsculo por renovarles la memoria a quienes dejaron morir los partidos políticos, se limpiaron el fundillo con la tradición y aceptaron comulgar con las ruedas de molino decretadas desde El Tiempo, El Espectador y Semana para poderse olvidar de Gabriel Turbay y así no indigestarse.
La lectura obliga entonces en ese punto a pensar qué hubiese pasado en Colombia donde el personaje hubiese sido presidente en 1938, cuando Santos lo atajó, o en 1942 cuando López Pumarejo le hizo zancadilla para repetir su mandato. O en el fatídico 1946, cuando ciegamente se enfrentó a Gaitán y a Ospina Pérez.
Gustavo Álvarez Gardeazábal. Cartagena, noviembre 9 del 2025. Escuche el audio de @ElJodario sobre Gabriel Turbay Avenader, El presidente que no fue, de Olga L González:


