El Presidente Gustavo Petro utiliza “información manipulada” para atacar a quien se le opone o a quien quiera señalarle que en Colombia “nadie está por encima de la ley”.
Esa es una sola de las frases que se leen en el editorial del diario El Espectador sobre el presidente Gustavo Petro y su discurso beligerante que no sirve para “unir al país, sino seguir incendiando los odios y la polarización”:
“El presidente adopta su versión más irresponsable
El presidente Gustavo Petro no pierde oportunidad para desprestigiar, con información manipulada, a cualquier institución que le ofrezca un contrapeso a sus deseos. Aprovechándose de la irresponsabilidad de algunos miembros del Consejo Nacional Electoral, insiste en su discurso de que hay un golpe de Estado en curso en su contra, pero ahora dirige sus objetivos estigmatizantes contra una alta corte: el Consejo de Estado. En un comunicado publicado en su cuenta de X, con redacción confusa y lamentable ortografía, el mandatario de todos los colombianos sucumbe a sus instintos de tuitero, lanza frases peligrosas, deslegitima la institucionalidad y llama al pueblo a “ir por el poder”, lo que sea que eso signifique.
Lo dijimos hace una semana: el Consejo Nacional Electoral no es el juez natural del presidente Petro y no puede destituirlo de su cargo. Eso lo establece la normativa colombiana, y sí, también lo dice una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra nuestro país. Lo que sí puede, y no le gusta al mandatario, es investigar la financiación de su campaña, los montos que se reportaron y se dejaron de reportar, y tomar decisiones sobre los involucrados, incluyendo, si es el caso, una remisión a la Comisión de Acusación de la Cámara de Representantes. Eso no es un golpe de Estado, es la muestra de que en nuestro país nadie está por encima de la ley.
Sin embargo, el presidente Petro ve con molestia que cualquier persona repita lo que acabamos de decir. Si no se suscriben de manera absoluta sus puntos de vista, todos hacemos parte de una conspiración. Lo hizo ahora con el Consejo de Estado. En su publicación en X, escribió: “En aquel entonces el Consejo de Estado estuvo del lado progresista y respaldó en todo a la Convención Americana de Derechos Humanos. Esta vez pareciera que volvió a manos de Ordóñez”. Faltaba más. Una alta corte deslegitimada en su integridad solo porque su presidente se atrevió a decir que en curso no hay un golpe de Estado. Eso no es respetar la división de poderes ni enaltecer el rol de presidente de la República.
Es una dinámica infantil y bien conocida: quienes no estén conmigo están en mi contra. Para completar, el presidente hace llamados cuyo fondo no es claro. “Esta vez le toca al pueblo colombiano y ya no es llenar la plaza de Bolívar sino ir por el poder”, escribió. ¿A qué se refiere con “ir por el poder”? ¿A suplantar la institucionalidad? ¿A sustituir la Constitución? ¿A perseguir a los “traidores”? El presidente no ha dado más detalles, y es de esperar que modere luego el discurso, pero lanzar frases así, sin contexto, mientras dice que lo quieren tumbar, es jugar con fuego, mostrar su lado más irresponsable y resumir el debate nacional a los caprichos de la Casa de Nariño.
Un presidente necesita cabeza fría y ser consciente de su propia influencia. Las palabras importan, sus convocatorias también. Tener a una alta corte contra las cuerdas e insistir en discursos beligerantes no es unir al país, sino seguir incendiando los odios y la polarización. Todo por una publicación poco razonada en X. Si bien es necesario denunciar, como hemos hecho, cualquier abuso de poder contra la figura presidencial y su movimiento político, también es esencial que este tipo de mensajes sean rechazados. La institucionalidad no puede estar al vaivén de peleas con lógicas tuiteras”.