59 minutos y 10 segundos se demoró Gustavo Petro en tratar de explicar qué ha hecho como presidente de Colombia, en su primer año de mandato.

Y habló de lo que él cree que va bien, pero no dijo nada de las acusaciones contra su hijo, Nicolás Petro, por lavado de activos y enriquecimiento ilícito, y menos de la crisis que vive su gobierno por las denuncias de financiación del narcotráfico a su campaña.

Y, como era lógico, señaló que, durante su gobierno, con el eslogan de El Cambio, el país ha visto una reducción en los homicidios, un fortalecimiento de la paz total, más un crecimiento de la economía y una supuesta lucha contra las drogas (de las que dice decomisó 1.100 toneladas).

Ni una sola palaba para sus reformas de la salud, laboral y de pensiones que no avanzan en el Congreso y las cuales, en medio del escándalo que vive Gustavo Petro, se consideran difíciles de tramitar.

Precisamente, sobre ellas, pidió un acto nacional:

“El pueblo tiene unas expectativas que no podemos defraudar y por eso seguiremos insistiendo en nuestras políticas para la gente. En la reforma a la Salud, Laboral, Pensional y de Servicios Públicos. Por eso llamamos a los partidos a ligarse a un acuerdo nacional para cambiar nuestro destino”, dijo.

¿Qué dice Gustavo Petro de la paz?

Sobre economía:

Celebró, según él, que la economía permanecía estable, que el dólar bajó en su cotización, gracias, entre otras a medidas de control aplicadas por el Banco de la República (que él siempre rechazó).

“Llegando a un año de gestión, en lo económico: crecemos, la inflación cede lo mismo que el desempleo, la inversión extranjera directa crece y se merma el déficit fiscal”, agregó.

“Nos habían dicho que se perderían empleos, subiría el dólar, la catástrofe económica. Por el contrario, hoy podemos decir que hemos vencido la inflación que es la que golpea los bolsillos de la gente más pobre de Colombia. Los precios comienzan a bajar”, dijo.

Sobre la paz y la Vida:

“La vida está en el centro de nuestras políticas. El gobierno del cambio está empeñado en convertir a Colombia en potencia mundial de la vida”, dijo.

Y relataba Gustavo Petro que los acercamientos con las disidencias y con el Ejército de Liberación Nacional habían “reducido en un 54 por ciento el número de víctimas fatales en las Fuerzas Armadas”.

Pero no dijo nada de la inseguridad en las ciudades, menos los asaltaos a camiones y vehículos en las carreteras nacionales y tampoco sobre el secuestro, que se volvió ya común en Colombia.

Y su cifra contrataba con un hecho muy reciente, cuando guerrilleros de las FARC mataron a una policía, en Neiva, y dejaban huérfana a una niña de 8 años.

59 minutos y 10 segundos duró Gustavo Petro narrando un país que, parece, solo y sus 11.291.986 votantes conocen, porque la Colombia real, la de los 10.604.337 colombianos que votaron contra él, viven en un país donde el cambio se volvió terror. Y faltan tres largos años de pesadilla.