El cierre de la compuerta dos de Hidroituango pareció no afectar la geología de la montaña y, en el primer día después de la operación, la tranquilidad rodeaba a la gigantesca obra.
A las seis y treinta de la mañana, siete operarios (cinco que manejaron los equipos para bajar la compuerta y dos interventores) cerraron uno de los ingresos de agua a la sala de máquinas, la cual fue inundada en mayo del 2018 para evitar una creciente que creara una catástrofe sobre las comunidades que habitan debajo de la central eléctrica.
Sin vibraciones en la parte interna de la montaña y más concretamente en la sala de máquinas, y con una disminución del volumen de descarga de aguas de 330 metros cúbicos por segundo, cerró este día, que se consideraba critico ante la inestabilidad que podía registrar la montaña.
Hasta ayer, Hidroituango descargaba 780 metros cúbicos por segundo al río cauca y con el cierre de la compuerta dos ese nivel bajó a 450 metros, lo que obligó a la entrada en operación de un grupo de veterinarios y ambientalistas que se dedicaron esta tarde de miércoles a salvar las especies que habitaban el río y que prácticamente se quedaron sin hábitat.
Más allá de la naturaleza, los sensores ubicados en la presa, en los túneles y en la propia montaña no mostraron ningún tipo de sismicidad, lo cual de seguir así permitiría que en marzo se cierre la compuerta uno y se pueda entrar a la sala de máquinas para conocer su real estado. Además de saber qué tanto daño sufrieron los equipos generadores de energía y si estos serán recuperables o se tendrán que cambiar.
Con el cierre de compuerta uno, probablemente en marzo, EPM recuperaría el control del proyecto de Hidroituango y se iniciaría la fase de reconstrucción, para tratar de generar energía a partir del año 2022.