Israel y su inmenso desarrollo están reflejados en la segunda crónica de AnaMercedes Gómez Martínez, en su periplo por el gran país del Oriente próximo.

De Tel Aviv y Jaffa, la cronista vuela hacia el norte del país, donde los desiertos son ahora inmensos campos verdes, llenos de cultivos.

Un desierto que no es desierto:

Basílica de la Transfiguración, Monte Tabor. Allí fue la transfiguración de Jesús de Nazareth. Foto de Haim Dorin, guía turístico. https://www.haimtogo.com/ . Tomada de TripAdvisor.

Después de recorrer Tel Aviv y Jaffa, jornada sobre la que ya escribí en la crónica anterior, estuvimos en el Centro Volcani de la Organización de Investigación Agrícola: Allí hablamos con un científico del Instituto de Ingeniería Agrícola. Trabajan con el ADN, código genético, de plantas comestibles y ornamentales para producir nuevas variedades mejores, sanas, más bellas. Hacer injertos es lo más elemental.

Al ver las flores me acordé de mi país. La diferencia es que los israelíes las producen en un desierto fertilizado. Y me acordé también del que alguna vez llamé “El Wall Street de las Flores”, en Alsmeer, cerca de Amsterdam, Holanda, “el epicentro del mercado mundial de flores”. Pues Israel es hoy en día un importante exportador de flores, valga la redundancia, con polen o sin polen y de variados y nuevos colores, resultado de los injertos y la genética. También producen frutas con o sin semillas.

El objetivo principal es que los productos vegetales sean fuertes frente a las plagas, tengan una cáscara más resistente al frío y al calor, a las inundaciones o salinidad y un mejor sabor. Es increíble, pero Israel produce aguacates, guayabas, mangos, piñas, liches de óptima calidad. Mejor dicho, allá se cultiva de todo.

Hay plantas transgénicas que producen proteínas para uso medicinal: insulina, interferones, (IFNs, son un grupo de proteínas que responden a la presencia de virus, bacterias, parásitos y células tumorales), anticuerpos, licopeno, (que tiene propiedades antioxidantes) vitaminas y betacaroteno, que está en frutos amarillos y tiene muchas aplicaciones medicinales.

¿Por qué en Israel siempre hay más ?

Israel tiene un banco de genes vegetales y está desarrollando plantas que producen biodiesel para que los medios de transporte actuales sean menos contaminantes. Pero hay más, porque, “cuando nosotros vamos, ellos ya vienen”.

Al viajar en helicóptero hacia el norte del país, al Monte Adir, se pasa por kilómetros de invernaderos, uno enseguida del otro. También se sobrevuela una inmensa extensión, tanta, que se pierde en la línea del horizonte, de sembrados de todas las tonalidades de verde.

Al ver esta inmensidad agrícola me acordé de los sembrados en Boyacá, cerca al lago de Tota, y entre Chiquinquirá y Zipaquirá; de la vía entre Pasto e Ipiales; de los Estados agrícolas del centro de Estados Unidos; de los países europeos que no desperdician ni un centímetro de tierra cultivable…

Vista aérea de parte de los invernaderos de productos agrícolas al norte de Tel Aviv. Foto: AnaMercedes Gómez Martínez

Pero hay una gran diferencia que vale la pena reiterar: los israelíes fertilizaron un desierto. Lo que era arena, hoy está verde. Todo comenzó con unos pocos kibutz, (iniciaron como granjas comunales de producción agrícola), esparcidos, rodeados del gris desértico.

El primer kibutz se creó en 1909. El mismo año de la fundación de Tel Aviv. Hoy en día hay una sumatoria infinita de kibutz y tierra fértil. Por eso puedo decir que Israel no es un milagro. Es el fruto del trabajo disciplinado y constante de generaciones que llegaron, en su mayoría, desde principios del Siglo XX y ahora siguen trabajando e innovando, en el mismo marco de constancia, disciplina, mística y amor por su tierra, la misma por la que han luchado desde el principio de los tiempos.

Múltiples cultivos, múltiples verdes en lo que era un desierto. Foto aérea: AnaMercedes Gómez Martínez.

¿Cómo es la vida militar en israel ?

El helicóptero dio una vuelta por el norte y aterrizó en el Monte Adir. Allí hay un monumento en homenaje a los 121 soldados que murieron en la Segunda Guerra con el Líbano, (2006). En él están los nombres de todos quienes en ese momento murieron defendiendo su patria.

Este monumento, financiado por comunidades judías de Latinoamérica, fue inaugurado en julio de 2012. Es un mirador estratégico, desde donde se ve el verde de los sembrados, pero también la frontera con el Líbano.

Vista del Líbano desde el Monte Adir, mirador y monumento a los soldados israelíes que murieron en la Segunda Guerra del Líbano (2006), secuestrados y asesinados por Hezbollah en tierra israelí.

Cuando estábamos allí, llegó un grupo de militares, hombres y mujeres, jóvenes todos. En Israel el servicio militar es obligatorio, (3 años para los hombres, dos años para las mujeres). Se exceptúan los judíos ortodoxos y ultra ortodoxos que dicen que solo lucharán cuando llegue el Mesías. También se exceptúan los cristianos y los árabes.

Sin embargo, cada vez hay más voluntarios árabes y cristianos que prestan servicio en las Fuerzas Armadas israelíes. Del Monte Adir volamos al Mar de Galilea, o Tiberíades, la región en la que Jesús de Nazareth pasó buena parte de su corta vida adulta. Pero de esta experiencia contaré en una próxima crónica.

Puede Leer: http://rutanoticias.co/index.php/2020/01/14/israel-no-es-un-milagro-dice-ana-mercedes-gomez/