El accionar de Jaime Michelsen y Daniel Quintero se asemeja al de los bandidos. Presionan, censuran y atacan a quienes les destapan su corrupción.
Y ante la incapacidad para defender sus actos, se apoyan en todos sus “seguidores” para agredir.
Aunque murió en 1998, Jaime Michelsen le enseñó a los corruptos como defenderse cuando eran descubiertos en sus fechorías.
En 1982 el periódico El Espectador publicó el mayor escándalo empresarial del siglo pasado al descubrir que Michelsen y sus directivos se autoprestaban dineros de sus empresas y que con ese capital compraban más empresas.
Michelsen, como Daniel Quintero hoy, inició con sus esbirros, incluso en otros medios, una campaña de descrédito contra el diario, primero retirándole la pauta, segundo anunciando públicamente que antes el medio tenía más audiencia pero que esta había caído, y finalmente liderando una campaña de censura que golpeó al periódico en lo económico, pero no en lo moral.
Aunque inicialmente todos los medios y los ciudadanos sintieron que era una pelea que no los tocaba, pronto entendieron que era un enfrentamiento del mal contra el bien.
Incluso el gobierno, que permanecía lejano por ser el banquero cercano a su campaña, inició después una investigación que terminó con la intervención Grupo GranColombiano, y que llevó a que Jaime Michelsen huyera a Miami y después a Panamá y que diez años después, al tratar de ingresar de incognito al país, fuera capturado.
¿En qué se parecen Jaime Michelsen y Daniel Quintero?
Hoy Jaime Michelsen y Daniel Quintero parecen seres reencarnados.
Después de sucesivos trabajos de El Colombiano sobre el entramado de presunta corrupción y de lazos familiares que rodean al Alcalde de Medellín, Quintero inicia, como Michelsen, una campaña contra el medio de comunicación con exactamente las mismas palabras. “Baja Circulación”, “poca audiencia” y culmina con lo mismo, quitándole la pauta.
Incluso, aprovechando los medios digitales modernos, sus secuaces hacen encuestas virtuales que, cuando ven que las van a perder, manipulan sus números y resultados.
Pero al final, la mejor encuesta son ellos mismos, porque si se quejan de lo que saca El Colombiano, es porque lo están leyendo.
¿Por qué odian Jaime Michelsen y Daniel Quintero a los empresarios?
No era el primer ataque de Michelsen contra una empresa nacida en Antioquia.
Empezando los años setenta, acompañado de Carlos Ardila Lulle y Julio Mario Santodomingo, y con la traición a la clase empresarial del paisa Augusto López Valencia, trataron de apropiarse de las industrias símbolo del departamento.
Entre 1972 y 1973, decisiones tomadas con carácter de urgencia por los presidentes de Cementos Argos, de Suramericana y de Nacional de Chocolates llevarían a la creación del llamado Sindicato Antioqueño, hoy conocido como el Grupo Empresarial Antioqueño, GEA.
Aun así, los “foráneos” se apropiaron de Coltejer, empresa hoy en cese de labores.
Cincuenta años después, Daniel Quintero, ¿con el alma de Michelsen?, reinicia el ataque contra el empresariado antioqueño y contra todo lo que signifique desarrollo del Departamento y, sobretodo, de Medellín.
Sin auto préstamos, según parece, pero creando empresas con la familia de su esposa y demeritando todo lo que venga del GEA, Quintero demuestra día a día que odia a los antioqueños y busca destruir a Medellín.
Porque no solo ataca al GEA, traer gerentes acusados de acabar empresas, otros sin los títulos que decían tener y nombramientos ilegales hacen parte de su prontuario alrededor de Empresas Públicas de Medellín.
Y ahora, los rumores de sus reuniones con embajadores para traer nuevos contratistas a Hidroituango, donde faltan 4 y medio billones de pesos por ejecutar y por manejar, parecerían demostrar que Medellín vive la peor administración de su vida como ciudad y que la corrupción no muere … solo se reencarna.