La prensa independiente en Colombia venía golpeada por la crisis publicitaria y se acabó de hundir con la pandemia del coronavirus.

Según la “Crónica de Gardeazábal” para www.rutanoticias.co, esa prensa independiente en Colombia entró a un círculo vicioso, no tiene pauta, luego no tiene páginas, luego no tiene lectores y necesita pegarse de la publicidad del Gobierno para sobrevivir:

“La situación que han estado pasando los periódicos y revistas y en general los medios de comunicación desde cuándo comenzó a regarse la peste, ha ido empeorando día a día.

Los lectores de los periódicos en físico nos hemos tenido que acostumbrar a que cada día el diario impreso es más flaco. La falta de páginas es peor que evidente.

La flacidez conque han reemplazado la otrora gordura ha llevado también al adelgazamiento de la nómina, a la pérdida, a veces parcial otro total, de informaciones que siempre encontraron nicho en sus páginas.

Y como es un círculo vicioso y un efecto clúster negativo, a la falta de páginas, de noticias y de interés, baja la circulación y si ella es escasa, bajan exponencialmente las pautas publicitarias.

Algunos se han defendido cobrando a los internautas que se asomen a sus páginas, pero por barata que resulte la suscripción el tener que revalidarla cada mes, aleja asociados.

¿Cómo se sacrificó la libertad de expresión?

Y si esa es la difícil situación que pasan los impresos, ni hablemos de la radio.

La batalla contra el internet y sus redes deformadoras los ha dejado noqueados en el primer round.

Como ya no se venden radios y localizar las emisoras por celular o por computador requiere de una perversidad de adictos que no todo el mundo tiene, el círculo vicioso que viven los impresos, se repite en la radio por falta de oyentes, abundancia de competidores, calidad de las noticias y comentarios y, lo que puede ser funesto, ausencia cada vez más crecida de anunciantes.

En Colombia, donde el fenómeno de acaparamiento por los grandes oligopolios ha salvado de la muerte a periódicos, emisoras y revistas, se sacrificó a ojos vista la libertad de expresión.

Ninguno de esos plutócratas dueños de medios va a abrir las puertas a quienes puedan cuestionar su actividad ética o económica y como entre ellos hay solidaridad capitalista, los que pretenden conservar independencia quedan como islotes, cuando no como apéndices de su propio capital.

Por estos días, empero, el asunto tiende a agravarse cuando el gobernante logró incluir una gruesa partida en el presupuesto de nación para, con la disculpa de la pandemia, ayudar a financiar con plata contante y sonante a esos medios agonizantes.

Con tales auxilios o subsidios la poca libertad de criticar al gobernante en sus errores ha quedado totalmente neutralizada.

Triste final para una prensa libre que colaboró a forjar la democracia. Amordazada por unos billetes, cuando no vendida miserablemente al gobernante.

Gustavo Álvarez Gardeazábal