Las mascarillas plásticas llegaron como última opción de protección contra el coronavirus y, al parecer, dan mejor resultado que todos los demás métodos utilizados.

“Desde que se están usando las mascarillas plásticas, “parece que el índice de contagio ha disminuido”, dice la “Crónica de Gardeazábal”, para www.rutanoticias.co:

“LAS ESCAFANDRAS DE SOLDADOR

Si algo es curioso en el manejo de esta maldita peste que se nos está llevando tantos amigos, es la falta casi total de una socialización del aprendizaje sobre lo que se ha vivido.

Cuando comenzó la hecatombe, hace un año, nos mandaron lavar las manos, usar guantes y tapabocas y nos recomendaron guardar dos metros de distancia.

Eso sí, nos advirtieron que no nos pasáramos los dedos de las manos por la cara ni nos sobáramos los ojos, porque esa era una forma de infectarse.

Obviamente eso llevó a temer que el virus chino se trasmitiera al tocar superficies donde sobrevivía y comenzó la desinfección de manos con gel alcoholizado y la fumigación de áreas, aunque terminó con el abandono de los guantes.

Por supuesto, no nos volvimos a saludar de manos y todavía seguimos creyendo que si lo hacemos corremos el riesgo de contagiarnos.

Con los meses se ha ido descubriendo, pero no lo han dicho muy ampliamente, que el virus no se pega por coger la manija de una escalera ni se queda estático dentro de un espacio cerrado.

En cambio, se ha descubierto, y tampoco lo han divulgado mucho, que si usted se encierra en un ascensor (o en un avión) donde alguien no use protector facial y converse en voz alta, corre la posibilidad de ser contagiado si alguno de los que va dentro de ese encierro no tiene protección.

¿Las mascarillas plásticas nos salvan del contagio del coronavirus?

De la misma manera se ha sospechado, aun no sale publicado en las revistas científicas, que los aerosoles que uno exhala mientras respira o conversa a menos de dos metros son los verdaderos responsables del contagio.

Y al mismo tiempo que los chinos han descubierto que en el tracto intestinal dura más el contagiante del virus que en el tracto respiratorio, (ya están haciendo hisopos anales para el PCR), se va comprobando también que no era el sobarse los ojos con las manos infectas lo que trasmitía el virus, sino que esos aerosoles cuando los ojos están descubiertos pueden penetrar por allí.

La demostración la tenemos a la mano. Desde que la gente está usando las escafandras de soldador, de acrílico trasparente, encima del tapabocas, el índice de contagio parece que se ha disminuido.

Por supuesto, como los fabricantes de esas escafandras no tienen la plata ni las agallas de las farmacéuticas, apenas si se consiguen en Colombia por Mercado Libre o por el ventorrillo que montó el periódico El Tiempo para contrarrestar la crisis de los medios impresos.

Ni riesgo de pedirle al que sabemos que se los facilite a los ciudadanos porque si hoy, a 28 de enero, no tienen vacunas, menos que tendrán seso para pensar que con esas escafandras regaladas se pueden salvar más vidas.

Gustavo Álvarez Gardeazábal