El cartero de Comfenalco permitirá que familias antioqueñas, que viven en áreas rurales y no cuentan con servicio de internet, se puedan comunicar.
Además, conocer qué nuevos servicios y programas tiene la Caja de Compensación.
Todas las comunicaciones, tanto las que lleguen a las familias como las que ellas necesiten enviar, se repartirán gracias al cartero de Comfenalco.
Esta iniciativa nace del programa de Atención Integral a la Niñez de Comfenalco Antioquia.
El cual desde el 2015 brinda a las familias del Bajo Cauca acompañamiento nutricional, psicológico, social, artístico y pedagógico.
El programa es dirigido por Claudia Zuluaga, coordinadora zonal de Comfenalco Antioquia.
Según ella, durante la pandemia el programa continúa con su proceso educativo en escenarios alternativos a la presencialidad.
Y así “se revive la figura del cartero que es asumido por el conductor de la chalupa: don José David Olivar Zambrano; quien se encarga de llevar a la comunidad las respuestas a las cartas que nos envían y a su vez recibir la nueva correspondencia”.
¿Qué revelan las cartas de los antioqueños?
Zuluaga detalla que en esas líneas escritas, las familias reúnen sus experiencias cotidianas en prácticas de crianza además, las conquistas que van adquiriendo los niños y niñas en sus procesos de crecimiento y desarrollo; lejos de ser un ejercicio mecánico, las cartas revelan sus inquietudes, emociones evidenciando su sensibilidad e intimidad en el hogar.
“El equipo biopsicosocial y artístico intercambia escritos con la comunidad participante, dando respuestas a las necesidades expresadas por estas; de forma que se amplíen aprendizajes que cualifiquen sus interacciones con los niños y niñas, además de seguir fortaleciendo la red de apoyo comunitaria pese a estar ubicados geográficamente en un territorio alejado donde hay un escaso acceso a internet y a su conectividad”, agrega.
La estrategia escrita fue acogida por las familias, de tal manera que ya es como un diálogo de saberes.
En él se hace posible la negociación cultural, elementos fundamentales para una acción educativa transformadora, en ambientes donde las familias son la protagonistas de sus aprendizajes.
“El aislamiento también ha representado la posibilidad para que afloren desde la creatividad y el sentido humano, estrategias para seguir entrelazando nuevos hilos al tejido de comunicación que a lo largo de este tiempo se ha fortalecido con estas comunidades”, dice Zuluaga.