Hace tiempo no se sentía al maestro Gardeazábal, @ElJodario, tan sorprendido por un libro y por eso su destacada reseña sobre Los Cuentos de Enaro, de Daniel Botero García.
Este escrito, de un profesor de la Institución Universitaria de Envigado, es “…Un libro para enterarse que lo vernáculo no ha muerto todavía y que los nuevos profesores son tan atrevidos en sus propuestas narrativas como lo fuimos nosotros hace 55 años…”:
“QUÉ LEE GARDEAZABAL, Los cuentos de Enaro, de Daniel Botero García, editó Institución Universitaria de Envigado
Los textos en lenguaje vernáculo, que tanto ofendían a la oligarquía intelectual bogotana, parecía que ya no existían en el mundillo editorial colombiano.
Perseguidos con saña desde las épocas del señor Caro y tildados de costumbristas por los instigadores del odio contra el emprendimiento y la berraquera antioqueña, se fueron hundiendo en el olvido o convirtiéndose en ejemplares de museo lexicográfico. Por estos días, empero, en una actitud enhiesta, el Instituto Universitario de Envigado ha acogido en su Fondo Editorial un libro de cuentos de un joven maestro de ese municipio, Daniel Botero García, escrito no solo en vernáculo sino acompañado del glosario que los académicos les exigían a los costumbristas paisas y que ahora se hace necesario para poder leerlo entrando en órbita.
Son, sin duda, una talega de palabras que brotan con el ritmo, la tensión y el humor de los viejos narradores y copleros antioqueños. Cargados de exageración, pero cuchicheados con mañitica, se recogen las historias o historielas de los pueblos, los chismes parroquiales vueltos leyenda y los anecdotarios inverosímiles.
Aparecen entonces el putas de Monteverde, no el de Aguadas, el sombrero de Gardel, los resaos y los ayudaos.
Y como para que se sepa que quien los escribe no es cualquier culebrero de los antiguos mercados domingueros que existieron en Colombia hasta cuando Gaviria decretó la apertura económica y cambió 12 millones de campesinos por 12 familias de importadores de alimentos, el profesor Botero Mejía, con ambos brazos bien tatuados en la foto de la solapa, se escribe un epílogo sobre el descarnado alejamiento de nuestro pasado, el que para los jóvenes actuales debe ser una ridiculez pero que para octogenarios como yo, resulta siendo un ensayo sereno, contemporizador y pleno de la lógica del maestro municipal que desperdigaba conocimientos en las breñas de nuestra antigua patria.
Un libro para enterarse que lo vernáculo no ha muerto todavía y que los nuevos profesores son tan atrevidos en sus propuestas narrativas como lo fuimos nosotros hace 55 años.
Gustavo Álvarez Gardeazábal. El Porce, marzo 1 del 2025”.
Escuche el audio del maestro Gardeazábal, @ElJodario, sobre el libro Los Cuentos de Enaro, de Daniel Botero García: