Es una carta de 366 palabras y en ellas están resumidas las acusaciones y las lágrimas de Luis Pérez.

Se hizo masiva una carta donde el excandidato Luis Pérez Gutiérrez señala que no aceptará la curul en la Asamblea de Antioquia, a la que tiene derecho por el ser el candidato perdedor, pero a la vez ataca y señala a todos por su derrota, pero no reconoce error propio.

Hasta al propio Álvaro Uribe lo señala de escribir trinos y mensajes en redes sociales para que los que la llama “paracos digitales” los masificaran, trinos que, según él, pretendieron siempre “con engaños y mentiras”, mostrarlo como el candidato de Daniel Quintero y de Gustavo Petro.

Pero eso sí, todos son culpables, pero él no.

Tampoco es culpable la historia de señalamientos, que va dejando por donde pasa, y menos sus silencios cuando el también candidato a la gobernación Jorge Gómez le enrostraba “los negocios” que hacía.

Todos son culpables, menos él.

En la última semana de campaña Luis Pérez Gutiérrez se mostró inseguro. Tanto que convocó a varias reuniones a su equipo de comunicaciones y a su estratega, el hoy también derrotado Carlos Andrés Pérez.

“Usted cuánto lleva trabajando conmigo?, le preguntó a uno de ellos.

…8 años, doctor Luis…

“Y usted cuánto lleva conmigo?

Desde siempre doctor Luis…

“Pues no aprendieron nada a mi lado, salgan de mi casa”, les dijo a pocas horas de las votaciones.

¿Por qué está bravo Luis Pérez?

La rabia según contaron, se debía a que los comunicadores le advertían que planear y tomar una foto con Julián Bedoya, con el “profesor” Tobón, con Deicy Bermúdez y con Albert Corredor le iba a quitar votos, mientras que el asesor político le aseguraba que con esa foto mostraría “fortaleza política” y lo acercaba “al millón de votos que vamos a lograr”.

“No aprendieron nada…les repetía”.

La misma advertencia le habían hecho un hermano y dos de sus sobrinos, pero Luis Pérez no entendía.

“Cuando llegamos al puesto de votación y sentimos los gritos contra él, entendimos que ya habíamos perdido”, remata otro de los presentes.

Puede leer: https://rutanoticias.co/fuera-luis-perez-gritan-en-el-puesto-de-votacion-y-el-se-siente-como-daniel-quintero/

Pero según la carta, humedecida con las lágrimas de Luis Pérez fueron “paracos digitales” los que golpearon su credibilidad y por eso “no reconozco ni lícita ni legal ni legítima la campaña a la Gobernación. Un grupo de abogados constitucionalistas ha tomado a la decisión de demandar ante el Consejo de Estado Nulidad de las elecciones porque Andrés Julián Rendón, personalmente, sus compañeros de campaña y algunos paracos digitales anónimos, mintiendo crearon un escenario falso de terror y miedo que ejerció presión psicológica a los sufragantes”, dice la carta que tiene 366 palabras y condensa las quejas y un millón de lágrimas de Luis Pérez.

Curiosa acusación, porque el mismo Luis Pérez había sido señalado de contratar bodegas digitales, con usuarios recién creados, como lo demostró Daniel Esteban Salazar. Bodegas que lo alababan por cualquier pendejada que dijera.

Puede leer: https://rutanoticias.co/bodegas-digitales-contratadas-por-luis-perez-un-intento-de-controlar-la-corrupcionl/

¿Qué pasará con Luis Pérez?

Lástima el ocaso de Luis Pérez, mal perdedor y chillón.

Lástima que no reconozca un Gobernador elegido por casi un millón de electores, mientras que él obtuvo unos 600 mil votos. Una ventaja demasiado clara y contundente.

Y lástima porque a sus 72 años ya hay que cuidarse de la próstata y no andar salpicando a todos aquí y allá.

Y muy triste, porque en medio de todos los ruidos que siempre deja en sus gobiernos, Medellín le debe muchas obras que impactaron positivamente a la ciudad y que aportaron para que sea la gran ciudad que es hoy.

Las lágrimas de Luis Pérez ya “bañan el Río Amazonas” y si ningún familiar se acerca, lo consuela y lo aconseja, seguirá dando tumbos y patadas de ahogado, que en él no son necesarios.

Esta es la carta donde Luis Pérez advierte que no aceptará la curul en la Asamblea, a la que tiene derecho por ser el candidato derrotado, y lanza sus quejas y sus lágrimas: