Pablo Escobar tenía en la Hacienda Nápoles un hospital tan avanzado, para los años 80, que muchos pueblos cercanos no contaban con las condiciones médicas que allí se encontraban.

Por un accidente de tránsito Oscar “Tito” López, el rey de la radio en Colombia, necesitó trasladar a un herido y, aunque en el camino existían varios hospitales en municipios del oriente antioqueño, todos le decían que los llevara al Hospital de la Hacienda Nápoles, la tierra preferida de Pablo Escobar.

Fue el 28 de abril de 1984, dos días antes del asesinato de Rodrigo Lara, cuando Pablo Escobar daba la orden de muerte y Oscar “Tito” López se metía en las tierras de un hombre que desde ese momento le declaraba la guerra al Estado.

Una historia desconocida, un vistazo a un hospital que,  preventivamente, había construido un hombre que parecía estar mentalmente adelante de todos sus enemigos y un centro con alta atención médica que podía salvarle la vida a un eventual herido, fuera ¿sicario? o ¿narco ? o ¿ciudadano del común?

Curiosamente ese día el hospital salvó dos vidas, pero ¿cuántas más se ordenó acabar desde allá?

Pablo Escobar y el hospital de la Hacienda Nápoles:

“Una de esas extrañas historias que me han tocado…

Era un sábado de 1984. La fecha: 28 de abril.

Salí en nuestro carro a dar la famosa “Vuelta a Oriente” en Medellín con mi esposa y mi hija.

Subimos por la carretera de Las Palmas y comenzamos a bajar por la Autopista Medellín-Bogotá.

Recorriendo esa carretera de regreso a Medellín le dije a mi esposa: “Esta carretera ya llega hasta Bogotá. Ya la terminaron. Deberíamos aprovechar que es puente para visitar la capital”.

¿Dónde quedan Doradal y la Hacienda Nápoles?

Mi esposa, que me ha acompañado en todas mis locuras y que es aún más arriesgada que yo, aceptó de una, así que bajamos a Medellín para empacar un par de prendas de ropa y los implementos de nuestra hija mayor, que solo tenía 1 año de nacida.

Y nos fuimos para Bogotá en nuestra flamante Renault 12 Break ese sábado a las 6 de la tarde.

¿Imprudentes? Sí. Bastante. Pero así hemos sido siempre.

A media noche, bajando hacia el Río Magdalena, de noche, lloviendo y sin conocer una carretera que aún no estaba terminada del todo, en una curva encontramos un accidente terrible.

Una volqueta que venía de frente chocó contra un Mazda pequeño en el que viajaba una pareja de adultos mayores. Los dos se veían mal.

El conductor del camión nos pidió que le ayudáramos y, efectivamente, subimos a la pareja a nuestro carro y salimos a buscar un hospital.

Pero, ¿dónde encontrar uno en esa carretera solitaria recién inaugurada, en medio de la nada?

El chofer del camión nos había dicho que en Doradal había uno, así que nos fuimos a buscarlo. No sabíamos qué era Doradal ni dónde quedaba.

Llegamos a esa pequeña población media hora después. Vimos a dos personas en la calle y les preguntamos que dónde estaba el hospital. Se montaron en una moto y nos dijeron que los siguiéramos.

Nos dejaron en toda la entrada de la Hacienda Nápoles. Sí, ¡la de Pablo Escobar!

Los de la moto hablaron con un vigilante y le contaron nuestra situación. El vigilante comenzó a hablar por radioteléfono y en menos de 3 minutos nos dijo que entráramos y que siguiéramos derecho por el camino, que más adelante nos guiarían hasta el hospital.

¿Para que sirve el helicóptero de la Hacienda Nápoles?

Así lo hicimos, a media noche, mi esposa, mi hija de 1 año y yo, con dos adultos mayores heridos, y en la hacienda del narcotraficante y asesino más temido del mundo.

En medio del camino, otros vigilantes con linternas y radioteléfonos nos iban abriendo las puertas hasta que luego de unos minutos de recorrido nos acercamos a la hacienda, que estaba totalmente iluminada.

En lugar de llegar hasta ella, faltando unos metros nos hicieron desviar a la derecha y llegamos al hospital. Allí nos estaban esperando un médico y su asistente.

Nos bajamos todos del carro. Un par de vigilantes trajeron sillas de ruedas y montaron en ellas a los heridos, y los llevaron adentro. Nosotros los acompañamos detrás.

Al entrar quedamos realmente sorprendidos: se trataba de un verdadero hospital, con camillas y sala de espera. El médico nos llevó hasta un quirófano totalmente equipado y nos agradeció que les hubiéramos llevado a los dos ancianos.

Los revisó y comenzó a entablillarlos. Al poco rato ya estaban enyesados, con algunas fracturas en piernas y brazos. Nada grave, afortunadamente.

Nos dijo que podíamos dejar a la pareja allí sin problemas. Que no nos preocupáramos por nada. Que no había que pagar nada. Que lo hacía con mucho gusto.

Pero lo más sorprendente fue cuando nos dijo que ellos se encargarían de llevarlos hasta su casa en Medellín en una camioneta, y que infortunadamente no estaba “el helicóptero” en ese momento. Si no, los habrían llevado en él por la mañana.

Salimos de allí a eso de las 2 de la mañana y seguimos nuestro rumbo a Bogotá, a donde llegamos a las 6 de la mañana.

¿Cuándo mataron a Rodrigo Lara ?

No teníamos reserva de hotel. Sin conocer Bogotá, recordé que un par de años atrás había conocido a Juan Peirano de la BBC de Londres en el Hotel Continental, en pleno centro de la ciudad. Allí nos hospedamos.

Luego de dormir un poco, salimos a pasear por Bogotá todo el domingo. Lo mismo hicimos el lunes, y el martes nos regresamos a Medellín a primera hora.

Cuando llegamos a casa hablamos con mis suegros. Nos preguntaron que si Bogotá estaba muy revolucionada. Que qué decía la gente en las calles, que si había mucha policía en el camino.

Realmente no vimos nada anormal.

Lo que no sabíamos es que la noche anterior, en ese lunes 30 de abril, sicarios de Pablo Escobar asesinaron al Ministro de Justicia Rodrigo Lara Bonilla.

Y no nos dimos cuenta. Y nos asustamos. Habíamos estado en su cuartel dos días atrás. Y agradecimos que no nos pasó nada. Y lloramos por la muerte del Ministro. Era una buena persona. Y nosotros éramos unos locos irresponsables” .

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