Pablo Lozano, el matricida de Bucaramanga, estaba drogado según los primeros informes de las autoridades de esa ciudad.

Sin embargo, la historia es compleja y el asesinato de la mujer, a quien su hijo le propinó 32 puñaladas, tiene “baches negros” que no se entienden.

Primero, Pablo Lozano había aceptado, por petición de su madre, Lucia Juliana Pinto, someterse a una terapia de recuperación de la drogadicción, la cual abandonó tras una petición de su propia madre.

Y este jueves, desgraciadamente, y en ese aparente descontrol que le generaban las drogas, llegó hasta el apartamento de su madre, en el barrio La Concordia, en Bucaramanga, y la asesinó.

Ante la violencia que se escuchaba en el apartamento, y los gritos de la mujer, los vecinos llamaron a la Policía:

“Infortunadamente, cuando llegan las unidades encontramos el arma blanca, localizamos a este individuo y a la señora sin vida. Esperamos que las autoridades competentes determinen el motivo por el que esta persona generó este tipo de afectación a su propia madre”, dijo a los medios de comunicación el comandante de la Policía de Bucaramanga, brigadier general José James Roa.

Era la segunda ocasión en que Pablo Lozano visitaba a su madre en las últimas semanas, y ya ella lo había denunciado ante la Policía porque “tras el consumo de drogas su comportamiento era aterrador”.

“Era una señora que estaba trabajando. Se había conseguido un empleo días anteriores y con esto estaba levantando a su familia. Infortunadamente, el consumo de estas sustancias por parte de uno de sus hijos originó este matricidio. No tenemos palabras para lamentar profundamente este tipo de comportamientos”, agregó finalmente el comandante de la Policía.

Tras su captura, Pablo Lozano, el matricida de Bucaramanga, quedó a disposición de la Fiscalía General de la Nación para la respectiva judicialización.