Solo una vacuna contra Covid 19 salvará a la humanidad de la pandemia.

Nada más, ni antídotos, ni religiones pueden enfrentar al virus, solo una vacuna contra Covid 19. Ni el confinamiento nos salvará, señala la “Crónica de Gardeazábal”:

“NI RELIGIÓN NI ANTÍDOTO, SOLO VACUNA

Cuenta la historia que cada que el mundo ha sufrido una pandemia de terribles proporciones, las religiones han acudido al quite y la humanidad al medioevo.

Los métodos no parecen haber cambiado, aunque el mundo sí que lo ha hecho.

Cada vez hemos comprendido más el universo.

A diario universidades y centros de investigación van dando a conocer detalles mayúsculos y minúsculos de lo que somos y hemos sido.

Ya conocemos muchas galaxias y hemos logrado ir a los nano descubrimientos con radiotelescopios y microscopios de ultrasonido.

Sin embargo, hay dos elementos fundamentales que la vida humana ha desechado por estos días de pandemia: la religión y la búsqueda del antídoto.

Hemos preferido repetir el método del confinamiento que dio resultados hace más de mil años cuando atravesábamos la Edad Media que las rogativas y los rezos o los petitorios a los santos para que intervengan.

Y con toda la cantidad de fármacos que nos hemos inventado

Desde cuando Fleming descubrió la penicilina para combatir de un tajo las enfermedades,

El mundo ha preferido jugar al descubrimiento de la vacuna para enriquecer a unos pocos con la esperanza de encontrar la inmunidad al futuro y no el remedio que la cure inmediatamente.

¿Quién se enriquece con la pandemia?

Nadie ha propiciado una reunión de Francisco, el papa de Roma, Sholomo Amar el gran rabino israelí, Ali Jameini el máximo ayatolah de los shiitas, Al Tayeb el gran imán de El Cairo y SS Aran, la moderadora del Concejo Mundial de Iglesias, para orar ante los dioses.

Ninguna entidad sanitaria ni una empresa farmacéutica ha propiciado la búsqueda de la droga que guillotine de una vez por todas al covid 19

Y cuando surgen médicos tan exitosos como el caleño Jimeno Rojas que preparan cocteles medicados que han salvado miles de vidas, los desconocen o los persiguen.

Así como antaño los intermediarios de Dios en la tierra se enriquecían con las pestes, ahora todos apuestan a enriquecer a los que buscan la vacuna que salve el futuro.

Nadie acude a encontrar el antídoto que nos redima el presente.

Y lo que es peor, ya ni el miedo que generaron en el pasado las religiones con el castigo divino ni el que han estado predicando los médicos desde las UCI, parecen hacer efecto en los que siguen creyendo que sobrevivir es una apuesta y que es mejor jugar a la vacuna que al antídoto, jugar a la muerte que a la divina providencia.

Gustavo Álvarez Gardeazábal

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