Virgilio Barco fue presidente de Colombia entre 1986 y 1990.
Fue Presidente, pero su condición mental llevaba a que quienes gobernaran fueran otros.
“Crónica de Gardeazábal” para www.rutanoticias.co sobre Barco y Biden, una semejanza sobre dos políticos septuagenarios:
“La complicada elección del viejito chuchumeco de Biden para la presidencia de Estados Unidos nos hace recordar a los colombianos lo que significó la escogencia de Virgilio Barco Vargas como presidente de la república.
Es casi igual.
Barco era un viejito olvidadizo y despistado, como lo ha demostrado Biden que es desde cuando la pandemia le abrió calle de honor para ser candidato presidencial.
Tartamudo verbal en su juventud, se quedó pensando como cualquier tartajoso en muchas de las materias que enfoca, pero no desarrolla.
Sin embargo, resulta evidente que las maneja con experiencia de septuagenario,
Pero sin la fuerza necesaria para imponerlas al mando de un gobierno de la primera potencia del mundo.
Con Barco tuvimos que pasar no solo por su falta de capacidad verbal y su tartamudeo físico y mental,
Sino que poco a poco nos fuimos dando cuenta que en la Casa de Nariño mandaba más el señor Montoya su habilísimo secretario general,
O César Gaviria su proyectado pichón de mamut o hasta el padre Javier Uribe, el capellán de Palacio.
Así y todo, el gobierno de Barco no fue tan malo como temían los que le conocían de antaño por sectario y fundamentalista.
Era, como Biden en el fondo, un liberal en el más antiguo sentido de la palabra.
¿Quién fue Virgilio Barco?
Barco, usando la lógica que enseñaban a rajatabla a los estudiantes de las universidades norteamericanas, nos demostró que de Colombia conocía poco pero que de teorías económicas y de manejos generales de administración le bastaba con ser hijo de papá rico y nortesantandereano vertical para acertar.
Sabía mandar sin hablar y aunque resbalaba con frecuencia, finalmente la historia considera que nos resultó mejor elegirlo a él que al ahora tan anhelado Álvaro Gómez que perdió todas las guerras electorales en donde se metió.
A Colombia, empero, le puede ir mal con el señor Biden.
La trapisonda obediente en que metió al país el señor del magazín de televisión de las 6 de la tarde, apoyando y obedeciendo a Trump más allá de los límites de la diplomacia, se la van a cobrar caro entre la poco agradable señora Pelosi y todo el elenco demócrata de Washington que manejará la doctora Harris.
Habrá entonces fuete verbal y económico contra Colombia en plena postpandemia y como lo más probable es que Biden y su gente terminen propiciando un diálogo con Maduro y con los castrochavistas, el de aquí va a quedar colgado de la brocha y sin escalera
Gustavo Álvarez Gardeazábal