El aguardiente amarillo, de la Licorera de Caldas, es el trago preferido de las nuevas generaciones de colombianos.

Los jóvenes lo toman y las licoreras del Valle y de Antioquia se mueren de envidia, dice Gustavo Álvarez Gardeazábal, @ElJodario, en www.rutanoticias.co:

EL AGUARDIENTE AMARILLO

El gusto de los colombianos por los licores ha ido cambiando precipitadamente.

El efecto pandemia, que obligó a usar tragos demorados para traspapelar el encierro, hizo bajar ostensiblemente la venta de aguardiente. La situación económica vivida después de la pandemia generó un bajón muy alto en los productos importados como wiski, vinos y tequila y, como la gente volvió a la calle y a la fiesta, el aguardiente, que se toma de un solo trago, se recuperó en ventas aplastando los más costosos hasta al ron, que también descendió en su marca.

Pero como a todos esos fenómenos sociales, culturales y económicos se ha venido presentando un inusitado interés juvenil por tomar tragos suaves, los aguardientes y el ron, tuvieron que bajar el grado de alcohol para intentar vanamente no perder más clientela.

Solo a la Licorera de Caldas se le ocurrió que un añejo aguardiente amarillo de Manzanares, que tenía registrado desde hacía más de 50 años, cumplía con todos los elementos que piden los menores de 40 años y se le midieron a empacarlo en bella botella, ponerle tapa de seguridad y garantizar su suavidad con algunos sabores adicionales como pimienta, jengibre y otros pispirispis de las huertas caldenses.

El resultado es estruendoso. De 40 mil botellas en el 2021, este año aspiran a vender 10 millones. Los paisas intentaron imitarlo y la SIC les puso freno sancionándolos por copiones.

En el Valle del Cauca, en vez de legalizar su consumo cobrando el impuesto de monopolio que consagra una ley absurda, desataron una campaña feroz hablando a estas horas de la vida de prohibición terminante. Fue como echarle gasolina al fogón. En el resto de Colombia el amarillo traspasa las fronteras imaginarias desde Caldas y pagando el impuesto se vende a borbotones. 

En Cali y Medellín negándose tercamente a legalizar su consumo, el amarillo los invade por los cuatro costados y, en vez de la renta, capitalizan la envidia por la Licorera de Caldas que la supo hacer.

Gustavo Álvarez Gardeazábal. El Porce, enero 26 del 2024.

Escuche el audio sobre el aguardiente amarillo aquí: https://www.spreaker.com/episode/el-aguardiente-amarillo-cronica-808-de-gardeazabal–58454557