Una nueva semana de noticias negativas lleva Armando Benedetti. Este miércoles el Senado de Colombia hundió la Consulta Popular que él, como ministro del interior, defendía en el Congreso, hoy jueves la Procuraduría anunció dos investigaciones, una por violencia de genero por la golpiza que le pegó a su esposa en Madrid, en la que tuvo que intervenir la Policía española, y ahora se conoce una columna de Yohir Akerman con una muy particular denuncia.

Según Akerman, Armando Benedetti, mientras fue embajador ante la FAO, en Italia, contrató una empresa de limpieza externa para la lencería de su vivienda y dos de las facturas, que dejó sin pagar, son curiosas porque la compañía facturó ocho millones y medio de pesos (unos 1.700 euros,) dado el alto volumen de trabajo y a la “suciedad” de toallas y sábanas…

Además, que se conoció que a la embajada han llegado “…mujeres con atuendos festivos llamativos, modales sugerentes, exigencias imprecisas y en actitudes que causaron incomodidad entre el personal, se han acercado a la sede diplomática preguntando por el funcionario, alegando pendientes relacionados con eventos, celebraciones, servicios y otros excesos….”

Finalmente, Yohir Akerman resalta otras facturas no pagas por Armando Benedetti, como la del contrato de envío de su menaje a Colombia, desde Italia, de la cual solo pagó la mitad y quedó de terminar el  saldo con su tarjeta de crédito, pero nunca lo hizo.

Consultado en la Emisora la FM, Armando Benedetti señaló, en un estilo ya conocido de los políticos, que el periodista Akerman es “pagado” por rivales suyos…y que él pagó todo, aunque las facturas siguen en la Cancillería sin ser canceladas.

Esta es la columna de Yohir Akerman sobre Armando Benedetti :

“PUNTOS DE VISTA

Sábanas sucias en el ministerio

Armando Benedetti no solo abandonó Italia cuando impuso a la fuerza su regreso a Colombia. También dejó una lista de deudas, varias de ellas tan elementales como inaceptables para quien representó a un país ante la comunidad internacional. No es una metáfora. No es una exageración. Son facturas reales, documentos oficiales, correos internos de la Cancillería y empresas italianas que confirman que el hoy cuestionado ministro del Interior salió de Roma sin ni siquiera pagar el trasteo.

Vamos al principio. Durante su paso por la Misión Permanente de Colombia ante la FAO, con sede en Roma, Benedetti utilizó los servicios de una empresa de limpieza de lencería, llamada Z Servizi, que, durante más de cuatro meses, entre el 11 de mayo y mediados de septiembre de 2024, se encargó del suministro, lavado, reemplazo y organización de ropa de cama y baño en la residencia oficial, ubicada en un exclusivo sector entre Campo de’ Fiori y la famosa Vía Giulia.

El servicio incluía la limpieza de fundas, cobijas, edredones, toallas, tapetes y lienzos, y quedó registrado en las facturas proforma número 7, del 1° de octubre de 2024, y la número 17, del 12 de diciembre de 2024. Todo esto por un valor de 1.720 euros, es decir, poco menos de 8.500.000 pesos. Mucha sábana sucia debía tener el hoy ministro del Interior.

servicio, como consta en documentos exclusivos obtenidos por esta columna, fue contratado bajo su promesa de que sería cubierto por la Misión ante la FAO. Sin embargo, una vez Benedetti dejó el cargo, el pago quedó en el aire. La auxiliar administrativa de la embajada, Bibiana Romero, tras asumir funciones, indicó que ese dinero debía salir del bolsillo personal del representante diplomático y no era un gasto oficial de la Misión.

La única persona con acceso a dichas cuentas, según ella, era la asistente que tuvo el funcionario en Italia, la señorita Chiara Quagliozzi. Aunque fuentes de la sede diplomática aseguran que la funcionaria era muy cercana a Benedetti, esta respondió por escrito, en un giro tragicómico, que no podía intervenir en el tema y menos en los asuntos privados del exembajador. El resultado: nadie pagó.

La empresa Z Servizi señaló, además, que “jamás había sucedido una cosa así en el pasado”, y menos que una asistente diplomática se negara a gestionar un pago que claramente fue ordenado por el embajador. De hecho, la compañía afirmó haber recibido pagos de otros funcionarios “de forma directa y exclusiva”, lo que deja en evidencia que lo ocurrido con Benedetti fue una excepción preocupante. Coinglio se dice conejo en italiano.

A eso se suma un segundo episodio, igual de bochornoso y preocupante. La compañía de transporte y envíos, denominada Mail Boxes, confirmó en una carta, el pasado 8 de abril, que Benedetti contrató el traslado de múltiples maletas desde Roma hasta Colombia el 6 de agosto de 2024 para su regreso al país. Inicialmente se cotizó un monto de 8.300 euros, casi 40 millones de pesos, que fueron pagados por anticipado.

Pero la compañía, al recoger los equipajes, constató que el volumen era mucho mayor al acordado y el costo final debía ascender a 16.300 euros, casi 80 millones de pesos. Tras una negociación gestionada directamente por Benedetti, según la empresa bastante inusual, el entonces embajador acordó pagar 11.300 euros en total, cancelando el pendiente con una tarjeta de crédito personal en los primeros días de septiembre. Nunca lo hizo. El saldo de 3.000 euros, o 14.410.000 pesos, según consta en un correo de la empresa, no fue pagado.

La gravedad de estas deudas no solo fue advertida por los afectados en Italia, sino también por la Cancillería colombiana. El 22 de abril de 2025, la Oficina de Control Disciplinario Interno del Ministerio de Relaciones Exteriores remitió a la Procuraduría General de la Nación, mediante el oficio S-OCDI-25-012137, las diligencias disciplinarias correspondientes a los compromisos morosos de Benedetti.

La decisión se tomó tras constatar que, desde el 1° de marzo de 2025, al asumir como ministro del Interior, la Cancillería perdió competencia para seguir conociendo el caso. En esa comunicación oficial se documentan los cobros no saldados de las empresas Z Servizi SRLS y Mail Boxes, ambos relacionados con gastos personales ordenados por Benedetti durante su gestión como embajador ante la FAO.

Mientras tanto, los correos internos entre funcionarios de la embajada en Italia dejan ver una mezcla de caos, confusión y vergüenza institucional. Incluso en uno de esos e-mails se pide borrar un mensaje enviado por error a otra persona externa para que no tenga acceso a la información de las deudas del entonces representante diplomático. Sentimos vergogna per il suo comportamiento.

Otro de esos correos oficiales relata cómo se intentó, sin éxito, obtener un correo electrónico vigente del ahora ministro para que respondiera por los pagos que dejó pendientes. En un mensaje final, se confirma que Chiara Quagliozzi ya no estaba en Italia y que no había forma de contactar al exembajador para que saldara su deuda. Todo esto evidencia no solo la falta de control administrativo, sino la incomodidad de los propios funcionarios con la situación.

El asunto es más grave de lo que parece, pues no se trata únicamente de gastos personales no cubiertos, sino de una conducta reiterada de abuso del cargo para evadir responsabilidades privadas. Según fuentes internas de la embajada, incluso, mujeres con atuendos festivos llamativos, modales sugerentes, exigencias imprecisas y en actitudes que causaron incomodidad entre el personal, se han acercado a la sede diplomática preguntando por el funcionario, alegando pendientes relacionados con eventos, celebraciones, servicios y otros excesos. Ninguna ha querido dejar constancia formal de los montos o conceptos reclamados.

Quizás a esto se refería el presidente Petro cuando, el pasado martes 6 de mayo, durante una declaración en la Casa de Nariño ante varios estudiantes del Sena, dijo que les tiene miedo a las amigas de fiesta de Benedetti. Así es el ministro en interiores, perdón del Interior.

Lo que está claro es que Benedetti dejó en evidencia un patrón de impunidad y arrogancia en su paso por la FAO. Usó recursos diplomáticos para fines privados, comprometió la imagen de la misión ante proveedores locales, y luego desapareció sin saldar cuentas. Esta columna intentó comunicarse con la Cancillería de Colombia y el Ministerio del Interior, y al cierre de esta columna ninguna entidad se había querido pronunciar sobre estos hechos.

Extraño, porque no es un tema menor que un alto funcionario del Estado colombiano, que hoy ocupa un ministerio clave, haya dejado una estela de deudas sin resolver mientras representaba al país en el exterior. La pregunta es simple: ¿quién responde cuando un embajador deja cuentas sin pagar? ¿Hasta dónde llega la inmunidad diplomática que cree tener Benedetti? Y más importante aún: ¿por qué el presidente Petro deja que alguien con este historial, y el otro oscuro que el país ya conoce, siga manejando recursos públicos y ejerciendo funciones tan importantes del Gobierno?

Este país lo ha visto todo con este Gobierno, pero permitir que un ministro en ejercicio huya de responsabilidades tan básicas como pagar sus toallas, su mudanza, sus fiestas y sus favores ya no es solo una vergüenza diplomática: es una muestra clara de descomposición institucional a la que ha llegado este Gobierno.

Por eso, si el presidente Petro no le exige cuentas a Benedetti, que lo hagan entonces las demás instituciones del Estado, obligándolo a responder tanto por sus múltiples deudas pendientes ante la justicia, como por lo que dejó tirado en Roma. Por lo grande, que tiene mucho, y lo chiquito. Porque, mientras el ahora ministro del Interior sigue haciendo fiesta con los recursos estatales, su paso por la FAO dejó una mancha memorable. Y no por mérito, sino por sus muchas maletas cargadas y demasiadas sábanas sucias.

@yohirakerman; akermancolumnista@gmail.com