El atentado a Iván Duque tendría que llevar a un rechazo unánime, pero por el contrario, genera dudas y no debería ser así, dice la “Crónica de Gardeazábal”.
Colombia debería unirse “en rechazar ese método miserable de arreglar un mal gobierno usando el asesinato”, dice Gardeazábal sobre el atentado a Iván Duque, pero la gente no cree, asegura.
“GRAVE, GRAVÍSIMO, PERO NO LE CREEN
Colombia ha sido un país violento, donde hemos ido y venido de las balaceras al diálogo, de la guerra a los pactos de paz, pero salvo en la nefasta noche septembrina de 1828, cuando entraron al palacio presidencial disparando para matar a Simón Bolívar y el acaecido el 10 de febrero de 1906 contra el presidente Rafael Reyes y su hija Sofía cuando iban en el coche de caballos a Chapinero, nuestro país no se ha manchado con la sangre de un presidente en ejercicio.
Por eso resulta de extrema gravedad que se haya intentado tumbar a tiros el helicóptero en donde viajaba el presidente de la nación el pasado viernes.
Si bien es difícil tumbar un aparato de esos disparando de un fusil, también es una temeridad presidencial haber acudido tan alegremente desprotegido a la zona de guerra del Catatumbo.
Pero lo que sí es preocupante, y agrava el panorama más aún, es que pudiera existir información en manos de quienes dispararon para atacar el helicóptero en donde viajaban el presidente, los ministros y el gobernador y no la otra aeronave similar que le servía de mísera escolta.
Muy grave, gravísimo, que la situación del país y del fastidio contra el presidente de la república haya llegado al extremo de intentar asesinarlo para conseguir un cambio, por más necesario que sea, en la conducción de Colombia.
¿Por qué querrían matar a Iván Duque?
Muy grave, gravísimo, que por el afán de mostrarse vencedores en la batalla contra los grupos armados que subsisten, se haya aconsejado o permitido que el presidente de la nación se metiera en la zona de guerra y narcotráfico del Catatumbo con la tranquilidad de un padre que sale con su familia a dar un paseo dominical.
Muy grave, gravísimo, que, aunque se muestre el agüjeramiento del helicóptero por las balas, y se identifique el sitio desde donde se disparó y se nos muestren peliculeramente los fusiles, curiosamente abandonados en un pastizal, con los cuales estaban dotados los pretendidos asesinos del presidente de Colombia, nazca la duda y no el rechazo unánime.
Casi todos los compatriotas, empezando por este que les habla y escribe, que ha sido su crítico permanente, nos unimos en rechazar ese método miserable de arreglar un mal gobierno usando el asesinato.
Así no debe ser nunca. Pero es muy grave, gravísimo, que se haya dejado degradar la dignidad y la credibilidad presidencial hasta el punto que ni ante la evidencia, el país le crea que lo iban a matar.
Gustavo Álvarez Gardeazábal @eljodario