Cartagena, del historiador Alfonso Múnera, nos recrea a la Cartagena que amamos, en páginas antológicas que nos llevan por la ciudad histórica, y al de hoy.
Gustavo Álvarez Gardeazábal, @ElJodario, en www.rutanoticias.co, analiza “Cartagena” del historiador Alfonso Múnera:
QUÉ LEE GARDEAZABAL, Cartagena, del historiador Alfonso Múnera, editado por Grupo Puerto de Cartagena
Este libro es tan lujosamente editado que su altísimo contenido histórico naufraga como los galeones que ayudaron a hacer a Cartagena lo que el profesor Múnera cuenta, en detalle y perfectamente hilvanado, que ha sido y es la ciudad amurallada.
Yo había leído del nunca bien valorado profesor Alfonso Múnera Cavadia un ensayo de siete suelas como prólogo de la reedición de la Reforma Política de Rafael Núñez, pero leyendo este libro sobre el origen y las travesuras por las que pasado Cartagena en 500 años, hay que repetir el gesto olvidado de los caballeros franceses y descubrir la cabeza quitándose el sombrero.
Leyéndole uno se recrea con la Cartagena de Pedro de Heredia, pero al mismo tiempo se instruye con las razones para haberla convertido en el epicentro de la conquista y colonia española.
Así mismo hay un despliegue de análisis económico y político de la evolución a saltos y retrocesos de una ciudad que soportó con más heroísmo que conciencia desde los corsarios que la asaltaban hasta los brazos asfixiantes del abandono centralista.
Cartagena es un libro para mirar en detalles la importancia de su bahía y de su puerto en la vida colombiana, pero también para entender como la mezcla de las razas primigenias construyeron el cartagenero mestizo que se enorgulleció con Núñez y ahora se ha adaptado al turismo sintiéndose capaz de asumir cambios e ilusiones para volverlos realidades.
No es un libro perfecto pero aunque los aplausos no dejan ver la muletilla profesoral de creer que todos sus potenciales lectores no tienen memoria de lo que han leído y necesitan ser avisados de antemano de lo que vendrá después, sus páginas valoradas en conjunto resultan antológicas para poder entender porque la ciudad amurallada ha sido propiedad de todos los colombianos y faro de esperanza en la tranquilidad de sus calles reservadas inconscientemente para guardar la historia y presentarla al futuro con orgullo.
Es un libro para leer con admiración, pero desde la facilidad de una mesa o de un escritorio, no desde la comodidad de una poltrona porque físicamente es tan pesado como satisfactorio resulta al final para cualquier lector.
Gustavo Álvarez Gardeazábal. El Porce, marzo 16 del 2024.