La Corrupción en Colombia se lleva 50 billones de pesos cada año, según la cifra que entregó en enero de este año el contralor Carlos Felipe Córdoba.

Pero el ciudadano parece que se acostumbró a esa corrupción en Colombia, señala la “Crónica de Gardeazábal”, para www.rutanoticias.co:

“PARA LA CORRUPCIÓN NO HAY VACUNA

La corrupción no es solamente de Colombia. Existe en todo el mundo, desde la Rusia de Putin hasta Wall Street.

Tampoco es exclusiva de estos tiempos de los computadores, el internet y los algoritmos. Ha existido a lo largo de la historia, desde los remotos imperios de las dinastías chinas hasta las arenas del desierto cuando apenas comenzaba el islam.

Muchos han pretendido combatirla con distintos métodos en todos esos tiempos trascurridos. Las mutilaciones, la pena de muerte, la deshonra y la cárcel, el destierro y la expropiación han sido procedimientos ilusos para borrarla de las estructuras sociales y ha resultado imposible.

Más bien el paso de los años ha servido para que las conductas personales, regionales y nacionales, ahora internacionales, se recubran de una laxitud para aceptarla como un elemento constitutivo del ADN de los seres humanos de todos los países y así perdonar, olvidar o hacerse el de la vista gorda mientras los procedimientos evolucionan para poderla ejercer a plenitud.

¿Con la corrupción en Colombia es necesario lavarnos los genes?

En Colombia, por estos días, han vuelto al paredón gobernantes acusados de cobro de comisiones por la adjudicación de un contrato o la construcción de una obra.

Los titulares parecerían convocar a la condena ejemplar de los pillados infraganti, pero la realidad es otra.

El colombiano se acostumbró a la coima y ya sea para evadir un comparendo ajisiando al uniformado que lo impone o deslizando el billetito ante la maraña de funcionarios y papeles del sistema judicial o convirtiendo en esplendorosa propina la ayudita conseguida para saltarse el turno en la cola, aplaude en el fondo la picardía como herramienta o cualidad de nuestra gente.

El episodio de la prohibición de España para que los colombianos ingresen en esos tiempos de pandemia a la UE, porque han encontrado una respetable cantidad de falsificaciones de los certificados de vacunación contra el covid, es tan protuberante como la contratación de antiguos soldados de la patria para que realicen sicariatos de altísimo nivel, subiendo a nuevos pedestales la fama de los colombianos que ya nos había consagrado Pablo Escobar.

Cambiar empero la concepción del uso rentable e ilegal del poder dentro de una sociedad como la nuestra es imposible. Habría que lavar los genes o inventarse una vacuna para que nos corrija el ADN como están haciendo con el covid.

Gustavo Álvarez Gardeazábal