El árbitro pitó el final del partido, al minuto 52 del segundo tiempo, y mientras muchos corrían a celebrar con sus compañeros, Edwin Cetré y Álvaro Montero se buscaron mutuamente y se abrazaron. Un estrujón que significaba el respeto de un goleador al arquero que había vencido y el reconocimiento del portero a su “verdugo”.

“Verdugo” no es exactamente la palabra, porque fue un momento de tensión en que todo un estadio, unos 11 mil hinchas, y miles o millones por televisión, hicieron fuerza para que el cobro de un tiro penal tomara más velocidad y el balón entrara rápidamente, antes que el gigante portero, quien se había lanzado al lado contrario, pudiera recuperarse.

Ufffffff… aún hoy en redes sociales los hinchas, y los periodistas deportivos, tildan de “loco”, “inhumano”, “osado” o “desquiciado” a Edwin Cetré.

Tampoco puede llamarse “humillación”, porque a la hora del cobro de un penal son dos gladiadores, dos profesionales, que tienen que buscar lo mejor para sí, para su equipo y para su hinchada.

“La metió en cámara lenta…la pelota entró en cámara lenta…dramáticamente”, dijo un narrador.

“Que osado, no…que atrevido Cetré… hay que tener sangre fría para cobrar así…hay que estar medio loco”, decían en otro momento del partido entre el Medellín y Millonarios, que ganó el cuadro antioqueño 2 a 1.

Pero esta imagen, lograda por el reportero gráfico de www.rutanoticias.co, muestra que, culminados los 90 minutos de juego, siempre hay un espacio para el respeto y para el reconocimiento…

El reconocimiento de un arquero gigante, de 1.97 metros, a un “chiquitín” de 1.74 que lo venció y que, por su osado cobro, puso a sufrir a los hinchas del fútbol.

Respeto y reconocimiento que se dan el “loco” de Edwin Cetré y Álvaro Montero. ¡Abrazo de cracs!

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