El código de Policía volvió a los uniformados jueces sin derecho a réplica, dice Gardeazábal al analizar los tres de días d protesta en Colombia.

“Crónica de Gardeazábal, para www.rutanoticias.co:

“Para iniciar la revolución de la independencia nacional en 1810 no necesitamos sino ir a prestar un florero.

Para dar rienda suelta a un sentimiento retenido y acumulado desde cuando instauraron el abusivo Código de Policía, solo se necesitó que un par de policías accionaran 8 veces contra un borrachito desarmado pero agresivo una pistola taser, de las que matan de mentiritas.

El resultado, en dos días, va siendo muy crecido y doloroso y no se sabe con el correr de las horas hasta donde llegará si se continúan imponiendo los criterios que han armado a los policías hasta los dientes y organizado a los ciudadanos para protestar con rabia y sin medida.

A los policías los han uniformado después de un par de semestres dizque de formación para que sea el mercado del crimen y el robo los que verdaderamente los eduquen.

A los ciudadanos los ha organizado en la protesta los partidarios del caos.

Fue la conjunción perfecta.

No se necesitó sino el accionar repetido de la taser para demostrar que a la voz predicada desde lo más alto de” el que la hace la paga”, se había ido implementando una capacidad de abuso de los policías y un deseo ciudadano de hacer lo propio contra la Policía abusiva.

Todo fue acumulándose.

¿Hay una batalla campal en la Policía de Colombia?

Con el Código de Policía a más de guardianes del orden ciudadano los volvieron jueces sin derecho a réplica ni a defensa por el sancionado. Con el decretico de la marihuana persiguieron a la juventud con saña y se hicieron odiar de la gente nueva.

El transar por unos pesos la contravención y convertir la posibilidad del parte en dinero efectivo, terminó por decretar tarifas para cada decreto prohibitivo.

Pero, sobre todo dejaron perder el respeto que se sentía hacia un policía y lo cambiaron por un terror negociable.

El problema venía desde antes de la pandemia. Se aceleró con todo el poder que se les entregó para obligar a un orden desconocido en un país de indisciplinados y gocetas.

La culpa es de todos, de gobernantes y políticos, de policías y de ciudadanos. Dejamos crecer el enano por no tocar la corrupción del policía raso o por no exigir el castigo a las vanidades extorsivas de los oficiales.

Los medios exageraron tanto la vagabundería del ejército que se olvidaron de la batalla campal en la Policía donde el Inspector General, el que supervisa los excesos, fue mandado a vacaciones 13 meses por el Director al ser sorprendido en ellos.

El gobernante derogó la absurda medida, pero dejó a los dos generales en ejercicio. Y no modifican la cúpula ni ponen orden porque les da miedo torear el fantasma de Naranjo, que sigue presente dentro de la institución.

No hacen entonces ninguna corrección válida en el rumbo, pero abren las compuertas del chisme para que todo sea verdad y al mismo tiempo mentira. Por eso no sabemos que vaya a pasar de hoy en adelante. Como el que la hace la paga, la venganza continuará de lado y lado».
Gustavo Álvarez Gardeazábal