Con una popularidad del 22 por ciento de aprobación, y casi el 70 por ciento de rechazo, Juan Manuel Santos dejó la Casa de Nariño este 7 de agosto y entregó el poder a Iván Duque, quien será el Presidente número 117 en la historia de Colombia.
Santos vivió su último día como Presidente hasta las 2 y 50 de la tarde, cuando salió con su familia para la ceremonia de posesión de Duque, en medio de la folclórica historia del “padre chucho”, quien dijo haber sido convocado por el mandatario entrante y la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez para que “exorcizara” la Casa de Nariño, declaraciones que dio a un programa de chismes en televisión y que solo doce horas después rectificó ante lo que se cree fueron “regaños” de sus superiores jerárquicos en la iglesia.
El “padre chucho” y su exorcismo a la Casa de Nariño solo ratificaron que Colombia es un país extraño, supuestamente se quería sacar el diablo de la Casa de Nariño a través de la fuerza de la oración, sin contar que él se retiraba por su propia voluntad, dejando atrás a un país en crisis económica, con el mayor número de asesinatos de líderes sociales y comunitarios de los últimos años, con índices de inseguridad que amenazan nuevamente a los ciudadanos y señalado como el primer productor mundial de cocaína. Es decir, convertido en el infierno.