El plástico pasó de enemigo público a salvador de la humanidad, dice Gardeazábal en sus “Crónicas del Enchuspado” para www.rutanoticias.co:
“Hasta febrero, la batalla colombiana contra el plástico era acogida también en otros países.
La campaña para abolir el plástico de un solo uso llevó a reemplazar, primero en las droguerías, después en los supermercados, las bolsas de plástico por bolsitas de papel o por bolsones hechos de sobrantes aglomerados.
Pedir una bolsa plástica era motivo para pagar un impuesto hacia otro Fondo más que nadie sabe en qué se gasta.
El enemigo público número uno de la humanidad terminó siendo el plástico. A él se le atribuyeron la muerte de ballenas, la contaminación de ríos y mares y la imposibilidad de destruirlo en materia reciclable.
Pero llegó la corona virus 19 y el perseguido plástico se convirtió en pocos días en el salvador de la pandemia.
Millones de guantes, de bolsas con residuos orgánicos o de enfermería, de paredes divisorias para evitar el contagio le volvieron a dar vida al perseguido, tanto que los únicos abrazos que se permiten hoy entre dos seres humanos es que ambos estén debidamente forrados de la cabeza a los pies, de las manos al pecho, en trajes plásticos.
¿El coronavirus nos enseñó a amar el plástico?
La maldad que encerraba llevar el mercado a la casa en una bolsa de esas o el usar guantes desechables, desapareció como por encanto.
El peligro de la peste es mucho más grande y dañino que el no saber cómo manejar los residuos plastificados. Y lo único que verdaderamente nos distancia de contagiarnos por las manos o por la saliva, por los roces de piel con piel es el plástico y como lo que se necesita ahora es salvar la vida, ya llegará el momento y la solución para manejar los residuos que a tantos preocupaban histéricamente en febrero.
El próximo 3 de julio, cuando los creadores del maxi shows mundiales pensaban celebrar el día universal contra las bolsas de plástico, no sé qué intentarán celebrar.
Sin ese material el mundo estaría mucho peor que hoy enfrentando la peste.
Los médicos no podrían acercarse a los pacientes. Las basuras estarían regando la contaminación y los paramédicos estarían pasando angustias para manejar los enfermos.
Más bien ese día debería celebrarse la salvación de los árboles que no sucumbieron como respuesta a la horda enloquecida contra el plástico que exigiendo bolsas de papel, dizque preservaba el ambiente, aunque ellas se fabrican con árboles y esa matazón acaba más los bosques que las montoneras de plástico quemadas vertiginosamente para contaminar la atmósfera.
Ya estamos aprendiendo. La peste nos ha ido enseñando. La vida cambia radicalmente de sentido».