Un joven profesor escribe la historia de su barrio y la traduce en El Ritmo de Harlem de Colson WhiteHead.
Es el libro recomendado por Gustavo Álvarez Gardeazábal, @ElJodario, este fin de semana:
“QUÉ LEE GARDEAZABAL. El Ritmo de Harlem de Colson WhiteHead, editado por Random House
El autor de esta monstruosa novela es un profesor negro de Columbia y Princeton, ganador dos veces del respetado premio Pulitzer, de la beca Guggenheim y del codiciado premio Mac Arthur. Por supuesto por su título, por ser el autor un afro alabado por unos y otros y por la frescura narrativa que exhibe desde el primer renglón hasta el último, cuando se queda mirando como construyen los primeros muros del World Trade Center en los años sesenta, esta novela es una novela de negros, una novela de Harlem y una novela de hampones.
Es una novela sobre y para reducidores.
Es de una perfección estructural de tal magnitud que cuando se termina de leer y el premio gordo de vender y comprar tantas cosas robadas no lo logra el personaje principal, el señor Cartney, el dueño del almacén de compraventa de muebles ni con las claves encontradas en el último maletín del millonario descarriado que fungía de socio y amante de su primo Fredy, ni siquiera en ese momento final, uno se siente frustrado o al menos desilusionado.
Y no se siente así porque la narrativa del autor de EL RITMO DE HARLEM permite meterse por tantos recovecos del ultramundo del barrio negro de Nueva York, que el asunto central, la historia del señor Cartney, el vendedor de muebles usados, sobreviviente de todas batallas y todos los enredos ha copado con creces la atención de cualquier lector.
Hay entonces un manejo admirable de tensión como elemento tradicional de la buena crónica. Pero también un habilidoso tratamiento de la descripción de los perfiles de los personajes, grotescos casi todos en esa barriada, al punto que el lector no necesita sino imaginarse frente a una pantalla donde el audio le describe lo que está viendo o lo que se está imaginando sin que se lo digan.
Es un libro a todas luces recomendable para poderse enredar en la maraña oscura neoyorkina o en la estridente del barrio Harlem que rodea al Hotel Theresa y así y todo el enredo resulte exagerado, también permite sentirse inmensamente satisfecho.
Gustavo Álvarez Gardeazábal, El Porce, diciembre 8 del 2023