Los gobiernos de izquierda en América solo dan mala imagen, dice la “Crónica de Gardeazábal”.

El escritor analiza los tres gobiernos de izquierda en America, Nicaragua, Perú y Argentina, y reseña la crisis de esas naciones:

“LOS ZURDOS LA PASAN MAL

Parece ser que la electricidad negativa que suelen traer los huracanes al continente americano se está regando sobre tres gobiernos de izquierda que mientras pasan los días hacen más y más agua, dando mala imagen a los vecinos que alentaban ser gobernados en el futuro por otros zurdos. 

La situación que vive Nicaragua desde hace varios meses por cuenta de las actuaciones dictatoriales de la dupla del antiguo comandante sandinista Daniel Ortega y su brujidla esposa vicepresidente, doña Rosario Murillo, ya pasó de castaño a oscuro.

La aplicación de una ley propia de las tiranías para poder detener a cuanto candidato presidencial pretenda salir al ruedo y así evitar que se le enfrenten a Ortega y la Murillo en unas elecciones que se ven amañadas desde donde se las mire, hace temer por la tranquilidad futura de ese país, no por el derrumbe de la democracia que les predican desde Washington, sino por el oleaje desestabilizador que desencadena en un mundo tan globalizado económicamente.

Momentos malucos está comenzando a vivir el recién posesionado presidente Castillo en el Perú.

No ha podido presentar su gabinete a la consideración del parlamento, que puede rechazarlo o negociarlo, y ya le renunció el mitológico líder izquierdista que fungía como canciller, y que era no solo el más anciano de los ministros, sino que garantizaba respeto a la ignorancia salpicada de frases marxistas del presidente Castillo.

¿Cómo vive sus crisis Argentina?

Y la situación angustiante, pero jamás peligrosa, es la que está viviendo el presidente Alberto Fernández en la Argentina. Incapaz de desprenderse de la sombra del poder del expresidente Cristina, que actúa como vicepresidente, pero destripa como verdadera emperatriz del miedo. Tontamente se está viendo cuestionado por detalles tal vez baladíes pero que tienen una repercusión mucho más honda que la nunca solucionada inflación que carcome los cascos de cualquier buena intención de gobernar a un país tan rico y antaño tan poderoso como la Argentina.

Amparados los tres en la protección que brinda la izquierda universal para disminuir mediáticamente los crasos errores, podría pensarse que ninguno de ellos puede rodar y precipitar en sus respectivos países sendas crisis renovadoras.

El Perú se acostumbró ya a cambiar de presidente como se cambia de calzoncillos.

Nicaragua está curtida en haber visto pasar siempre el mando presidencial de un dictador al otro y Argentina terminó siendo como esos buques poderosos, pesados y blindados que por más que les entre agua por hendijas y claraboyas, su hundimiento no hay quien lo precipite.

GUSTAVO ALVAREZ GARDEZABAL