¿La corrupción de Medellín se aprendió en Bogotá ? ¿o en Bogotá replican cosas de la capital paisa ? es una pregunta que se volvió frecuente.
Entregar contratos a familiares, o a quienes no tienen experiencia en una área pero que extrañamente resultan amigos del gobernante de turno y brincarse las normas de ley para adjudicar “a dedo” era una costumbre en Bogotá, que al parecer se trasladó Medellín.
Y ese estilo de hacer actos administrativos sin el aparente cumplimiento de la ley, que fue norma durante el gobierno de Samuel Moreno y lo llevaron a tener tres condenas consecutivas por la justicia, hacían ver muy lejana la corrupción de Medellín.
Aunque en la capital, con la adjudicación de un contrato de 3.350 millones de pesos, se vio que el “amiguismo” sigue siendo el mayor factor decisivo en la contratación pública.
En Medellín entregarle un contrato de corretaje a la familia política, a solo 48 horas de llegar a una cargo, le pareció ético a la gerente de Metrosalud, Martha Cecilia Castrillón, mientras que contratar un hotel por 220 millones de pesos, sin que nadie conozca el contrato en el Secop II, donde tienen que estar todos los contratos adjudicados en entidades del Estado, le pareció “normal” a otra funcionaria, la gerente de Telemedellín, Mabel López.
Traer una empresa a Medellín, que es experta en sonido, es decir en manejar la acústica de los conciertos, como la gran constructora de hospitales, sin que nadie sepa cómo se hizo “el milagrito”, fue un intento que se le cayó a la Alcaldía de Medellín, ahorrándose la ciudad una millonada, que se necesitaría para atender a familias más vulnerables en esta crisis de física hambre.
¿Quién es el dueño de Plaza Mayor ?
También se ahorró la ciudad varios millones por tapabocas que resultaron “de baja calidad” y fueron devueltos, los mismos que el Alcalde Daniel Quintero le compró a una empresa experta en eventos, sin que se sepa que injerencia tuvo el dueño de Plaza Mayor.
También se suman los casi 15 mil millones de pesos que se contrataron con una empresa que hará la auditoría sobre la reactivación y readecuación de la antigua clínica de Saludcoop en la 80, una cifra que podría servir para comprar muchas unidades de cuidados intensivos y de elementos médicos claves contra el coronavirus.
A propósito, nadie sabe de dónde salió esa alta cifra para la auditoría, ni quién, ni cómo se gestionó.
Mientras los alumnos en Medellín aplican lo aprendido y masificado en Bogotá, con los hermanitos Samuel e Iván Moreno Rojas, y los Nule, en la capital del país se denunció que el contrato para mejorar la imagen del presidente Iván Duque se le entregó, sin licitación, o sea a dedo, y sin tampoco saber quién hizo “el milagrito”, a una empresa donde trabaja Manuel, el hijo de Luigi Echeverri, el hombre detrás del Poder en Colombia.
¿El tema de los hermanitos se volvió escuela nacional?
En época de cuarentena y pandemia, los contratos estatales parecieran demostrar que es más peligrosa la corrupción que el propio coronavirus.