La libertad del ser humano está cooptada por gobiernos, los ministerios de salud y ahora hasta por los algoritmos, analiza hoy la “Crónica de Gardeazábal” para www.rutanoticias.co.

Esa libertad del ser humano será nuestro bien más preciado, pero «hoy vale huevo», dice:

“LA LIBERTAD VALE HUEVO

Songo sorongo, usando a veces el miedo, otras las estadísticas, vapuleando la verdad o construyendo hipótesis hemos ido tolerando que nos vayan arrebatando poco a poco la libertad. 

Ese don preciado que consagró la Revolución Francesa y que permitió que el mundo avanzara velozmente desde entonces, cabalgando hacia el progreso y aventurándose en el futuro, lo estamos perdiendo. La batalla se libra día a día. Los enemigos de la capacidad que tenemos todos los seres humanos del libre albedrío y de respetar la libertad ajena hasta donde la nuestra nos lo permita, están ahí montados en una aplanadora mayúscula que tiene dos herramientas fundamentales para arrollarnos: el algoritmo y la comodidad. Trabajan al unísono y nos arrebatan la capacidad de escoger.  Ellos nos aplastan prometiendo la comodidad y dando muestras de lo débil y lentos que somos frente a la velocidad con que el algoritmo aprende, digiere y toma determinaciones por nosotros.

Es el algoritmo, que lleva a la comodidad corrigiéndonos al redactar en la pantalla, o escogiéndonos las películas y libros que nos gustan cuando usamos Netflix o Amazon.

En fin, demostrándonos que la comodidad la conseguimos disminuyendo trabajo y responsabilidad, hemos poco a poco dejado de ejercer nuestra libertad.

¿Por qué pierde la libertad el ser humano?

Por eso tal vez cada vez son menos las protestas o más silenciosas las actitudes de parte de quienes no quieren vacunarse contra el covid.

Asustándonos con la terrible enfermedad. Manipulando las cifras. Decretando la obligatoriedad de llevar un carnet de vacunados para montarnos en un avión, entrar a un sitio público o a un escenario deportivo y repitiéndonos hasta el cansancio que no podemos ser egoístas y que los otros no deberían enfermarse por nuestra terquedad a no recibir la vacuna.

Aceptando todo eso, hemos perdido la libertad o la hemos canjeado por la comodidad.

Quizás estemos equivocados quienes como yo nos hemos vacunado hasta tres veces.

Quizás los que se niegan a vacunarse, como tantos amigos míos, también pueden estarlo. No lo sabemos. Argumentos para unos y otros están ahí. Los que hemos sabido que han muerto. Los que siguen sin tapabocas y sin vacunarse y continúan vivos. Todos son elementos que nos llevaban a creer y ejercer la libertad hasta hacerla nuestro don más preciado. Pero ahora, vale huevo.

Gustavo Álvarez Gardeazábal