La vejez ya no trae sabiduría, más bien “abandono” critica Gardeazábal al reseñar las medidas de los gobiernos sobre los mayores, por el coronavirus.
“Nos persiguen, nos estigmatizan”, dice el escritor al hablar de lo que significaba la vejez en el pasado y ahora en épocas de pandemia,
“Después del trato recibido durante esta pandemia como anciano que soy.
Luego de que he medido el muy escaso apoyo a la protesta contra la discriminación ofensiva que enarbolamos columnas periodísticas como esta
O actos sublimes como la tutela de los exministros y exmagistrados, que una vez más fue confirmada por la justicia, pero sobre todo luego de sentir en carne propia el cambio radical en la forma de mirar y considerar a los viejos por la sociedad actual, me puse a leer e investigar para saber medir la evolución del trato y no pecar de injusto al emitir un criterio frente a quienes nos persiguen o estigmatizan.
De esas amplias lecturas he concluido que la razón de la sinrazón surge de que todo el mundo se siente más joven de lo que cronológicamente es y mucho más joven de cómo es percibido por la sociedad.
Y como el número y edad de viejos ha aumentado a la par de la modernidad y los avances científicos, la distancia entre los mayores de 65 y los de menor edad se ha acrecentado con la cultura norteamericana que ha terminado por dominar dañinamente al mundo.
Allá, en Estados Unidos, los padres no viven con los hijos y estos no cuidan de sus padres cuando envejecen.
Los dejan solitarios, sosteniéndose con su pensión, defendiéndose como puedan y si ya no pueden, los encierran en un geriátrico.
¿Tratan mal los gobiernos a los ancianos?
Los beneficios de la jubilación, las garantías del servicio médico y la frenética velocidad de los descubrimientos en la sociedad del internet, nos segregan automáticamente a los viejos de quienes por haber nacido con el celular en la mano y el computador de almohada creen que la vida es solo de ellos.
Ya no existe la Gerusia de Esparta y, salvo en Italia, la gerontocracia no aplica en el gobierno de los estados.
Ya no hay consejos de ancianos, ni se apela a la sabiduría que encierran sus experiencias de vida porque la desfibrilación del ADN ha ido a la par de consultar a Mr Google, que todo lo sabe, y no a la Enciclopedia Británica, que todo lo sabía.
No se abandonan a los ancianos como hacen los indios siriono de Bolivia, pero estamos muy cerca de propiciar el suicidio de los viejos como los indios inuit en Norteamérica
O de llevarlos al matadero como lo hicieron descaradamente en esta pandemia en los ancianatos europeos o negándoles el cupo en las UCI, y aquí disimuladamente lo han estado predicando.
Los viejos ya no somos los guardianes de la sabiduría y mucho menos de las tradiciones.
La sociedad actual no quiere examinar los errores de su inmediato pasado con testigos vivos como nosotros para no repetirlos.
Las nuevas generaciones le temen a la historia, pero no se han dado cuenta que por buscar enloquecidamente el futuro los va a alcanzar la vejez.
Entonces, tal vez, entenderán lo mal que se han portado con los viejos desde los tiempos del corona virus”.