Los sicarios del cartel de Medellín que sobrevivieron a la guerra contra el cartel de Cali, y contra el Estado, eran cinco.
Este jueves, con la muerte de Jhon Jairo Velásquez Vásquez, alias popeye, sólo quedan cuatro.
Jhon Jairo Velásquez Vásquez, quien murió de un cáncer de esófago a sus 57 años, era la única cara visible de esos sicarios del cartel de Medellín.
Los demás se dedicaron a vivir de sus fortunas y a olvidar a los miles de muertos que dejaron tras de sí.
Muerto popeye, solo quedaron vivos Carlos Mario Alzate Urquijo, alias arete, Sergio Alfonso Ramírez Muñoz, alias pájaro y el hombre de confianza de el arete, Eugenio León García Jaramillo, alias el taxista, y Gustavo Adolfo Mesa Meneses.
De esos cuatro, solo el arete y popeye aparecían en el cartel de los más buscados por la policía, entre finales de los ochenta y principios de los noventa, y por cada uno de ellos se ofrecía hasta cien millones de pesos.
El arete se responsabilizó de por lo menos 300 crímenes ordenados por Pablo Escobar, incluidos los pasajeros del avión de Avianca, según su propio testimonio en febrero del año 1993, cuando se sometió a la justicia.
De la cárcel de Itagüí saldría en marzo del 2001, pero, aparentemente, intentar cobrar una deuda a uno de sus socios, Eugenio León García Jaramillo, y el ataque a bala que vivió, lo llevaron a radicarse en España.
Del barrio Aranjuez, en el sector de san cayetano, sacaría a toda su familia y se la llevaría al viejo continente, para disfrutar de su dinero y sus motos Harley Davidson, su pasatiempo preferido.
¿Además de el arete, qué otro sicario vive?
Su segundo en la banda, alias pajaro, quien confesó participar en los crimenes del coronel Waldemar Franklin Quintero, en el barrio estadio de Medellín, y el periodista Jorge Enrique Pulido, en Bogotá, se convertiría en testeferro de muchas de las propiedades que Pablo Escobar escondió en la costa atlántica.
Al bajar de perfil no lo hizo en peligrosidad y ni la propia familia del capo logró que devolviera ni una sola de las tierras y propiedades que figuraban a su nombre. Hoy vive tránquilo y feliz en esa región del país.
Gustavo Mesa Meneses, por su parte, se quedó en Medellín y se alejó del narcotraficó, despues de pagar varios años de cárcel.
Por su parte, Eugenio León García Jaramillo, alias el taxista, integró los pepes (Perseguidos por Pablo Escobar), el grupo que se dedicó a informar a las autoridades sobre testaferros y socios de Escobar, además de matar a abogados y familiares del capo.
Su colaboración con la justicia y el “perdón” del entonces fiscal Gustavo de Greiff, le permitirían radicarse en Estados Unidos, sin ningún problema con la justicia de ese país.
Al lado de Roberto Escobar Gaviria, son los sobrevivientes del Cartel de Medellín. Contrario a lo que dicen, de que el crimen no paga, ninguno de ellos vive en la pobreza.