Marco Grisales, el líder de los silleteros, tiene llorando a mucha gente en Santa Elena.

“Puede haber muchas matronas de los silleteros, vivas o muertas, pero la muerte de Marco Grisales es la historia más triste que ha escuchado Santa Elena en toda la vida”, dice Marta Atehortúa, en medio de muchas lágrimas.

Es cierto. Marco Grisales, el líder de lo silleteros, presidió la Corporación en muchas ocasiones, pero principalmente fue un buen amigo, un líder natural y un hombre que no tenía límites al compartir lo que tenía, si un compañero silletero lo necesitaba.

Como también lo hizo, ejemplarmente, al educar y criar a sus dos hijos, con un local del cual salían los “arreglos” y “ramos” más bellos de la Plaza de Flores.

¿Quién fue Marco Fidel Grisales Sánchez?

Esa labor solidaria permitió que fuera elegido para liderar dos compromisos muy importantes de los silleteros: uno acompañar a las familias de las víctimas del atentado a las Torres Gemelas en Nueva York y, dos, el homenaje de Medellín y Antioquia a Fernando Botero, en Pietrasanta.

En el primero, pasó dos días, día y noche, construyendo con sus compañeros las silletas que desfilaron cerca al Word Trade Center y que fueron, quizá, el mejor homenaje que un país haya hecho a las víctimas.

Eso sí, culminado el desfile salió de alpargatas, sombrero, poncho y carriel a recorrer las calles de la gran manzana. Y a buscar, en la “chiva” La Colombianita, un aguardiente.

Dos años después, la Gobernación de Antioquia y Orbitel (la empresa de telefonía que luego sería UNE) decidieron rendir un homenaje a Fernando Botero, en Pietrasanta.

Durante cuatro días, veinte silleteros, liderados por Marco Grisales, construyeron 25 silletas monumentales.

Hasta hoy, nadie sabe cómo compró la pega, ni muchos menos las aspirinas (que se usan para que la flor no muera rápidamente) y tampoco cómo consiguió la madera para las silletas, y menos cómo habló con los italianos que se las vendieron, que muy poco o nada sabrán del hablado campesino de los silleteros.

Eso sí, 25 silletas desfilaron y sorprendieron a los italianos en las calles de Roma y de Pietrasanta.

Pero esa locuacidad para hablar ante empleados de farmacias y carpinterías de Roma y Pietrasanta se le acabó en esta última ciudad porque él, encargado de dar el discurso de los silleteros ante Botero, no pudo hablar…

“…Doctor Botero, nos encanta tenerlo acá…este es un regalo que hace tiempo usted merece…usted es lo más grande que tenemos en Colombia”, alcanzó a decir antes de ponerse a llorar.

Vea el video con su presencia en Nueva York y Pietrasanta:

¿Qué pasará con los Silleteros de Medellín?

Culminado el desfile, la respuesta de Fernando Botero sería tan grande como las pesadas silletas. Una cena en plena Plaza principal de Pietrasanta, donde no faltó la comida, ni fue escaso el licor.

Muy discretamente, a las 4 de la madrugada, cuando el día empezaba en el verano italiano y aún quedaban muchas viandas en las mesas, Marco Grisales dio la orden de descansar y los veinte silleteros se despidieron de Fernando Botero, de Sofía Bari, de Juan Gómez Martínez, de Fabio Valencia, de Darío Arismendi, del embajador de Italia en Colombia, del alcalde de Pietrasanta y de medio pueblo que seguía tomándose fotos con las silletas.

Ese Marco Grisales, tan responsable y desprendido, fue el que volvió a Colombia asegurando que ya había cumplido su ciclo y por eso entregó su “contrato” de silletero a su hijo, para que siguiera la tradición.

Y, también, entregó su puesto en la Plaza de Flores, pero nunca dejó de atender a todos los amigos que tenía o a quienes lo llamaban a media noche, o a cualquier hora del día, pidiendo les salvara el matrimonio o el noviazgo con “el mejor ramo de flores del mundo”.

Desgraciadamente, los demonios internos, que persiguen últimamente a tantos colombianos y a tantas horas, lo llevaron a un viaje sin retorno.

Por eso lloran en Santa Elena, porque nunca reconocieron el gran hombre que era Marco Grisales, el líder de los silleteros, o quizá porque lo sabían, y hoy no saben que harán sin él.