La variante ómicron pone al mundo nuevamente en alerta, mientras en Colombia la “malicia indígena” la llama una fuerte gripa, según la crónica de Gardeazábal para www.rutanoticias.co:
“TSUNAMI DE MOCOS
En estos 18 días entre festividades navideñas y asuetos esperanzadores, el mundo, y Colombia, se precipitaron en medio del bulto de anzuelos en que se ha convertido el manejo del covid.
Como en los países donde hay suficientes y baratas pruebas de PCR se registró estadística y confiablemente las cifras de un aumento mayúsculo, y muy inusitado, de contagios de la variedad ómicron, obligando a muchos gobiernos a tomar medidas drásticas, a exigir el carnet sanitario y hasta comenzar en Israel con la cuarta dosis de la vacuna cuando en el resto del mundo apenas están empezando a inyectar la tercera a los mayores de 60 años.
En Colombia no se puede creer en las estadísticas.
Aquí todavía Mi Vacuna no ha incluido completamente a la gran mayoría de los vacunados porque no hay personal, o no hay ganas, de subirlos a la página, pero eso sí, volvieron a dar imágenes falsas porque en vez de decirnos cuántas pruebas hacen y comparar cuales porcentajes de las pruebas de PCR que se alcanzan a tomar diariamente resultan positivos, nos dan el dato solamente de los infectados como si aquí esos test fueran masivos y se tomaran gratis en todo el país.
Además, como ya no se da el número de muertos, nadie se asusta.
Y como a algún sabio o tegua se le ocurrió pregonar en New York o en Londres que esta variante del covid era muchísimo más contagiosa pero que no atacaba tan fuerte a los vacunados como las de olas anteriores, los colombianos, siempre tan recursivos y capacitados de hacerle el quite a la realidad, volvieron el ómicron una gripa con muchos mocos y huyéndole con menjurjes no han copado todavía ni las urgencias ni los corredores de los hospitales.
Cada quien le ha terminado dando tratamiento de gripe al covid porque se trata de un tsunami de mocos y no de una deformación de la enfermedad que ya ha matado casi 140 mil colombianos.
No hubo entonces que suprimir ni las montoneras en los centros comerciales ni la Feria en Cali ni las reuniones familiares de navidad y año nuevo.
Simplemente aceptaron que era una gripa muy dura y muy mocosa y algunos yéndose a vacunar si no lo habían hecho, y la gran mayoría autorecetándose antibióticos y antihistamínicos y turnándose entre el noraver gripa, el paxnoche y las nebulizaciones con mentholatum o eucalipto, han resistido el tsunami.
Probablemente la sapiencia popular ha terminado por inventar y creer que el virus se está degenerando y que vamos para la inmunidad de rebaño, pero a la colombiana.
Y como parece que da lo mismo tener un certificado de vacunación chimbo adquirido dizque por 150 mil pesos que tratar de bajar el legal pero incompleto de la página de Mi Vacuna, el acomodo a la batalla contra la peste se está dando solito.
No es un milagro. Es Colombia y así ha sido y será siempre este país y no la va a cambiar ni el viejito atarván de Rodolfo, el de Bucaramanga, que está diciendo lo que la gente quiere oír para que lo elijan presidente.