Apenas lleva cuatro meses en el poder y ya Pedro Castillo, el presidente de Perú, es sinónimo de tumbos y errores en el gobierno.

Podrá pasar lo mismo en Colombia si se elige un gobernante al estilo de Pedro Castillo, pregunta la “Crónica de Gardeazábal” para www.rutanoticias.co:

“A CASTILLO LE QUEDÓ GRANDE HASTA EL SOMBRERO

Que nadie aprende en pellejo ajeno le oí decir muchas veces a mi abuela María Rodríguez.

Empero es de tal magnitud el fracaso cantado que está viviendo el presidente del Perú, el maestro Castillo, que podríamos hacer una excepción y pensar, o al menos imaginar, que a Colombia le puede pasar lo mismo en breve.

Descarto al juguetear con la imaginación los puntos de diferencia que Colombia tiene con el Perú. 

Son muchos, tantos que podrían hasta precipitar variantes mucho más peligrosas que las que vive el hermano país con ese maestro de escuela de la sierra andina, a quien le ha importado mucho más taparse la cabeza con un gigantesco sombrero, que ponerla en funcionamiento.

¿Quién es Pedro Castillo el presidente de Perú?

Escogido en una tómbola de muchos candidatos (como la que vive Colombia). Aupado desde las sombras por una vertiente de izquierda extrema intransigente y totalmente desfasada para los tiempos actuales, Castillo apenas si ha completado cuatro meses en el gobierno y ha tenido que cambiar cada 40 dias de primer ministro, y por ende de gabinete, como lo ordena la anacrónica y grotesca Constitución del Perú.

Ha ido dando tumbos en el manejo administrativo que desconoce, pero su sombrero sigue ahí, quieto y grandotote.

Ha dividido la izquierda en pedacitos y no ha intentado pegarla ni con babas (como en Colombia, aunque usted no lo crea y hHa enmudecido con sus torpezas a la derecha y asustado a la oligarquía desde antes de posesionarse. Allá no tuvieron tiempo de incluir la cláusula Petro que ahora se incluye en los contratos en Colombia para garantizar la salida del capital invertido si en las elecciones gana el exalcalde de Bogotá, pero esos ricos peruanos sacaron la plata del país y los que se quedaron apuestan hoy porque se repita el mismo sainete que su patria ha vivido en los últimos años, cambiando de presidente con la misma facilidad y urgencia con la que se cambia de calzoncillos.

En otras palabras, tal cual como se vaticinaba, a Castillo le quedó grande hasta el sombrero.

En Colombia el riesgo de que nos toque algo así es doble.

Tenemos la misma troupé de candidatos enanitos como las tuvieron en las elecciones peruanas, pero agravados aquí porque Petro, posando cada vez más como la esfinge inderrotable, está condenado por la mano de César Gaviria a ganarle las elecciones al viejito atarván de Bucaramanga.

Gustavo Álvarez Gardeazábal

El Porce, febrero 2 del 2022.