Destruir lo que funciona bien es la tarea diaria de Daniel Quintero y ahora su objetivo es la Biblioteca Pública Piloto, dice hoy la “Crónica de Gardeazábal” para www.rutanoticias.co:
“AHORA VAN POR LA PILOTO
La Biblioteca Pública Piloto de Medellín ha sido una respetabilísima institución del pueblo antioqueño y de Colombia. Su labor de conservar, clasificando y estudiando la casi absoluta mayoría de los libros que se editan en Colombia, ha sido motivo no solo de orgullo para el país sino de reconocimientos internacionales.
Sus directores han terminado siendo figuras consagradas ante los ojos de la intelectualidad colombiana. Alejandro González pasó de allí a ser senador.
Juan Luis Mejía la dirigió después con bríos específicos y terminó siendo nombrado Ministro de Cultura.
Gloria Inés Palomino la llevó al culmen de su trayectoria hasta darse el lujo de expandirla por las comunas de Medellín, de organizar varias colecciones de vida de los que hemos hecho literatura en Colombia y, en un acto sin igual que alguna vez he narrado, organizó dentro de sus instalaciones el pantagruélico funeral de cuerpo presente por Manuel Mejía Vallejo. Y, así y todo, ella dos veces no aceptó el Ministerio de Cultura.
Por otro lado, la Piloto ha sido semillero de escritores con sus talleres y amparo para quienes alguna vez debimos escampar de la garrotiza.
¿Qué pasará con la Biblioteca Pública Piloto?
Pero como ha funcionado tan bien. Como es punto de contacto entre la clase empresarial y el asalariado que encuentra refugio en sus anaqueles y orgullo en saberse lector y colaborador. Como es la imagen de Medellín, el alcalde, mal llamado” Pinturita”, forjado en el odio clasista, y con cultura de pantallazo de celular, parece que quiere acabar con la Piloto como acabó con la tradición y brillo del Jardín Botánico para entregarle el otrora cuidado del verde arbóreo de jardines y sardineles de las calles de Medellín a una reforestadora de los liberales del suroeste.
En un acto propio de su manera insidiosa de proyectar su fastidio por todos los rincones donde la generación anterior dejó su huella, acaba de nombrar director de la Biblioteca Pública Piloto a un desconocido administrador de empresas y funcionario de la Secretaría de Hacienda, cuyo cargo más importante ha sido ejercer como secretario de gobierno de Sopetrán.
El caballero de marras pocos saben cuántos libros puede haberse leído.
Solo se dice que va apoyado por el controvertido y ridiculizado senador liberal Julián Bedoya, al que se le traspapeló su grado de abogado. Y que le toca administrar la biblioteca (porque nadie cree que la pueda dirigir) con un recorte presupuestal ordenado por el alcalde a sus concejales de casi 2 mil millones.
Parecería entonces que, en Medellín, se entroniza la persecución de todo lo que funcione bien o tiene algún untadito donde la antigua dirigencia oligarca paisa haya dejado la huella.
No es la lucha de clases de Marx. Es el odio clasista que hace tanto daño.
Gustavo Álvarez Gardeazábal
El Porce, diciembre 21 del 2021