Bernardo Guerra Serna (El Socio), murió este lunes y con él se fue el último jefe realmente liberal que le quedaba al departamento.

Bernardo Guerra Serna nació en Peque, un pueblo del que solo se vino saber cuándo Guerra huyó hacia Medellín escapando de la violencia política de los conservadores contra los liberales, aunque allí alcanzó a ser concejal y presidente del Concejo, antes de que las amenazas lo rondaran.

Y llegó a Medellín a hacer política. Fue concejal de la capital paisa, luego diputado y a la vez senador (en los años 70 y 80 se podía tener dos cargos de elección popular), también Alcalde (se inventó hacer la Avenida Oriental, cuando ese tipo de vías gigantescas y futuristas solo se veían en las películas gringas) y además Gobernador de Antioquia, donde el exceso de licor le llevó a renunciar.

En todos esos cargos fue el típico político marrullero, burócrata y aprovechado, pero principalmente fue El Socio.

“El Socio” de los que buscaban un empleo recomendado por su firma, que abría las puertas inmediatamente de la Gobernación o de la Alcaldía, y de ahí para abajo de todas las entidades oficiales.

Pero también “El Socio” de tres escándalos que marcaron la vida política de Medellín en los años ochenta y noventa.

Primero lo político.

Bernardo Guerra Serna hizo visible una política en la que los jefes se daban la mano con los seguidores, y los dos ganaban. El, porque era elegido para cuanto cargo se postulará, y ellos porque una “tarjetica” de El Socio era casi la copia del contrato de trabajo.

¿Quién dijo tráiganos los dineros calientes?

Lo hizo alejando a la clase política de los clubes, donde solo podían entrar los dirigentes, y se inventó la “Casa de Mármol”, una sede política donde entraba quien quisiera y el día que quisiera y que nunca pudo terminarse, porque como dijo un periodista que acompañó a Guerra Serna durante cerca de 30 años, se llevó tanto mármol como dos catedrales italianas juntas.

Y tercero porque Bajo su mano, y su “lapicero”, que era el que conformaba las listas a las corporaciones públicas, nacieron todos los jefes liberales que hoy lo sobreviven, quienes luego se fueron de la “Casa de Mármol” cuando los dejaba por fuera de las listas.

Fueron tantos los que nacieron bajo el nombre del directorio liberal de Antioquia, que es imposible nombrarlos, pero todos nacieron bajo el sombrero de Guerra Serna.

Esa fue su época de gloria, cuando llegó a cerca de 210 mil votos, pero el retiro de los “súbditos”, quienes salían a formar su propio directorio político, lo llevaron finalmente a guarismos cercanos a los 35 mil votos, una sexta parte de lo que logró en 1982 y 1986.

Ser el político de moda en Colombia en plenos años 80, cuando tantos necesitaban influir en decisiones y leyes, llevaron a que su alrededor se generaran escándalos.

El primero fue en el magdalena medio cuando, en medio de una gran borrachera, sentenció una frase histórica. “tráiganos los dineros calientes que nosotros se los enfriamos”, dijo públicamente en su discurso en Puerto berrio. y el escándalo posterior duró toda una semana y generó que lo censuraran desde el propio gobierno nacional.

Bernardo Guerra Serna dijo que lo habían tergiversado, pero las grabaciones de Caracol Radio y El Colombiano eran explicitas sobre sus palabras.

Fue, aparentemente, la confirmación de su acercamiento a los narcos.

¿Quién donó el mármol para la casa de Mármol?

En un libro del periodista David Mantilla Escobar, quien lo acompañó en el Congreso, el Concejo de Medellín, la Asamblea de Antioquia, la Alcaldía y la Gobernación de Antioquia, se narra cómo Pablo Escobar donó el mármol que se necesitaba para construir “La Casa de Mármol”.

Mientras más se construía menos rendía el mármol y por eso “Pablo” seguía mandando más y más… Algunas volquetas entraban a la sede política y tras se seguían y, según el libro que Mantilla regaló a los periodistas de Antioquia, “La Casa de Mármol “tenía tanto como el que tendrían dos iglesias italianas juntas.

Ese libro llevó a Bernardo Guerra Serna a romper con Mantilla Escobar y a una demanda y persecución diaria, aunque ya su poder político era tan bajo que pocos le obedecían.

¿Quién mandó los sicarios contra César Pérez?

Su tercer gran escándalo fue su reacción ante el sectarismo que en los años noventa destilaba El periódico El Colombiano contra los liberales.

Los constantes ataques, y su consumo de licor, lo llevaron, en una reunión pública, a amenazar al periodista César Pérez Berrío.

Pocas horas después, dos sicarios llegaron hasta la casa del comunicador en el barrio Florida Nueva.

La historia de los minutos de terror la contaría Pérez Berrío a www.rutanoticias.co en el año 2019:

  • ¿Ve César, qué tan raro que pasaron dos hombres varias veces por la puerta?, dijo Fabiola, la hermana del comunicador.

Ante el ruido de una moto que frenaba, Cesar Pérez le gritó a su hermana:

  • Tírate al piso, tírate al piso…

El pistolero disparó con una subametralladora sobre el frente de la casa y luego, a través de la ventana, contra el interior de la vivienda, sin víctimas, afortunadamente.

Mientras César Pérez Berrío salía del país, nombrado de urgencia como Cónsul, el gobierno en Bogotá escuchaba la presión política y Bernardo Guerra Serna sería obligado a pasar su carta de renuncia a la Gobernación de Antioquia.

Nunca se comprobó pero fue vox populi que lo sicarios venían del lado de Pablo Escobar

Con el tiempo, sus escándalos serían anécdotas políticas y Guerra Serna entraría en la etapa de abuelo, donde era constante verlo en los colegios de sus nietos, recibiendo notas escolares.

Ese Bernardo Guerra Serna que murió esta semana le enseñó a hacer política a muchos, pero también se fue a la tumba con muchos secretos sobre la relación entre narcos y políticos en los años 80 y 90.