Caramanta y Manizales tan diferentes pero a la vez tan cercanas a los colombianos.
Y sobre ellas dos libros que las retratan desde sus orígenes y que son recomendados por Gustavo Álvarez Gardeazábal, para leer en esta cuarentena.
Estas son Caramanta y Manizales, en letras de Gardeazábal para www.rutanoticias.co :
“Tengo sobre mi escritorio dos libros que por importantes y valiosos han permanecido ocultos para la nombradía.
El uno escrito por Jairo Osorio hace apenas unos meses. El otro por don Luis Londoño Ospina hace casi 100 años. Ambas ediciones, curiosamente en el mismo formato pesado y papel brillante que obliga a usar atril, pero ambas bellamente logradas. La de Osorio sobre su pueblo natal Caramanta. La de Londoño sobre el Manizales que él ayudó a construir.
Jairo es escritor y editor de profesión que lo esculpe con finura en la época del computador. Ospina era un mago para la mecánica y la ingeniería, gran fabricante de maquinaria para manejar el café y constructor de puentes y edificios pero escribía mejor que don Miguel Antonio Caro.
Ambos enfocan los problemas de sus terruños aupados por los cambios que la civilización ha producido en uno y otro.
Osorio sobre el efecto negativo que tuvo en la vida de Caramanta el hecho que la carretera de Cali a Medellín dejara de pasar por sus entrañas y se desviara a la orilla del Cauca.
El otro sobre el efecto que el ferrocarril que ya subía desde Cartago iba a generar en el cable aéreo que tanto los enorgullecía. El resultado es muy positivo literaria y editorialmente.
¿Caramanta y Manizales hitos de la colonización paisa ?
El libro sobre Caramanta parece un rebrote de colores antes de la cosecha cafetera. El de Ospina una reedición milagrosa, con fotografías regeneradas en blanco y negro desde los daguerrotipos iniciales.
Ambos logran ejemplarizar a sus gentes y contar los secretos de su historia, que en muchas partes es común porque ambos pueblos fueron hitos del efecto colonizador antioqueño.
Caramanta fue primera en nacer en 1547 y también en morirse 160 años después para resucitar de la mano de don Gabriel Echeverry y sus amigos, haciéndole quite a los protectorados coloniales del otro lado del rio, a mitad del siglo 19, para que así pudiera ver nacer en una de sus veredas a Rafael Uribe Uribe.
Manizales la fundan Grisales y su combo por casi los mismos años, huyendo también de las concesiones oprobiosas que pretendía frenar la colonización antioqueña y se desarrolla con la misma fuerza de su volcán desde que firman la histórica Expansión y se precipita en el vértigo del crecimiento.
Caramanta se refugia en el mito de sus minas de oro hasta empobrecer románticamente cuando se va la carretera. Manizales enloquecida por crecer se trepa urbanísticamente por donde era casi imposible y logra ser la gran ciudad que es hoy.
La reedición del libro de Ospina la hace impecablemente Pedro Felipe Hoyos Korbel en su impresora manizalita con la misma donosura con que la haría su antepasado don Aquilino Villegas, el gran señor impulsador como ningún otro de su ciudad.
La del libro de Osorio es un logro de Unaula con el patrocinio de Comfama y enorgullece a los nacidos en ese pueblo y al mundo editorial antioqueño, cada vez más ducho y exquisito. Son dos libros para aplaudir, no me cabe la menor duda.