Después de cuatro días de borrachos, aglomeraciones (justo cuando estamos en un pico de propagación del Covid 19), desórdenes y tacos en las vías de acceso a la Unidad Deportiva Atanasio Girardot, fue enterrado Darío Gómez Zapata.

El artista, considerado el rey del despecho y autor de un himno de la canción de carrilera, “Nadie es Eterno en el Mundo”, murió este martes 26 de julio tras un ataque al corazón fulminante.

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Pero, aunque su cuerpo está en el Cementerio Campos de Paz, no fue enterrado en paz.

La familia había solicitado que se permitiera un sepelio tranquilo e incluso el propio cementerio cerró su acceso al público y sus puertas desde el sábado en la mañana.

Pero todo falló. Un cortejo fúnebre con una larga fila de carros particulares, buses, motos y hasta bicicletas, que se prolongaba unas doce cuadras atrás del carro mortuorio, trató de ingresar a Campos de Paz y se necesitó que el ESMAD de la Policía lanzara gases para dispersar a “los acompañantes”.

Finalmente, el cuerpo de Darío Gómez Zapata, el “Rey del Despecho”, quedó bajo la escultura Resurrección (“El Hombre en Busca de Paz”, del artista Jorge Marín Vieco – instalada en Campos de Paz el 23 de abril de 1972).

Y allí permanecerá para la eternidad, al lado de mártires de la violencia en Colombia (Carlos Mauro Hoyos y el exgobernador Antonio Roldán Betancur) y artistas y creativos antioqueños.

Pero, sobretodo, muy cerca del acceso principal, lo que muy seguramente permitirá que sus miles de seguidores lo visiten, sin necesidad de destruir la ciudad.