Federico Gutiérrez fue criticado hoy en redes sociales por un aparente error que estaría cometiendo, al tratar de figurar en todos los medios de comunicación posibles o que lo quieran entrevistar sobre su deseo de tumbar el edificio Mónaco.

A todos ellos, Federico Gutiérrez les dijo que con la implosión del Mónaco se iniciaría un nuevo proceso en la ciudad y que allí se construiría un parque y un “memorial” de las víctimas que fallecieron en medio de los atentados ordenados por Pablo Escobar.

“El edificio estaba en ruinas y para recuperarlo se necesitaba una inversión aproximadamente de 40.000 millones de pesos en repotenciación y yo como alcalde no estoy dispuesto a que se inviertan esos recursos tampoco allá. Demolerla y construir un parque y un memorial cuesta 10 veces menos que poner a punto un edificio que no es el símbolo de las víctimas sino de un victimario”, dijo el alcalde a El Colombiano.

Ese “memorial” llevó a los usuarios de redes sociales a recordarle al alcalde Federico Gutiérrez la definición que tiene el diccionario de la RAE sobre “memorial:

Monumento conmemorativomonumento en memoriamonumento en recuerdo o, simplemente, monumento son expresiones preferibles a memorial para aludir a este tipo de construcciones.

“En los medios de comunicación es frecuente oír o leer frases como «Rajoy inaugura un Memorial por los 186 policías asesinados en atentados» o «Calatayud levantará un memorial a los bilbilitanos víctimas de la Guerra Civil».

“El Diccionario panhispánico de dudas dice sobre memorial: «Como sustantivo se usa en español con los sentidos de ‘escrito en que se plantea una petición’ y ‘relación escrita u oral de hechos pasados’; el uso de este sustantivo —puntualiza— con el significado de ‘monumento conmemorativo’ es calco desaconsejable del inglés; en español es preferible decir monumento (conmemorativo)». También pueden emplearse las expresiones monumento en recuerdo y monumento en memoria”.

Según eso, Federico Gutiérrez sería semejante sus famosas vallas y avisos de la Alcaldía en el Metro de Medellín, llenos de errores ortográficos, pero publicados en ese deseo incontrolable de los narcisistas de figurar, por encima de cualquier consideración.