Hernán Barcos vivió dos momentos extremos en el juego entre Nacional y América de Cali.

Al inicio del segundo tiempo, Hernán Barcos erró un gol cuando tenía el arco solo frente a sí. Los hinchas gritaban “imposible” y el jugador solo atinaba a señalar sus ojos “No vi el balón”, parecía decir a sus compañeros y a las cámaras de televisión.

Diez minutos más tarde, a los 22, recibió un pase de Sebastián Gómez, forcejeó y esquivó a dos defensas y mandó el balón al ángulo inferior del arco defendido por el golero Cadavid. Gol que lo reivindicó, consigo mismo, porque la hinchada no le recriminó de ninguna forma el gol que desperdició.

El gol del argentino clarificó un partido enredado. América no quería perder y se sentía satisfecho llevándose un punto de Medellín. Por eso incluso en algunos momentos jugaba con cuatro defensas y tres volantes retrasados, una muralla de siete jugadores difícil para entrar al área roja.

Aún así, América tampoco llegó solo a defenderse e incluso los diez primeros minutos dominó el partido, con tres opciones frente al arco de José Fernando Cuadrado.

El desequilibrio lo generó la expulsión de Luis Paz, al minuto 23 de la etapa final, que permitió que Nacional se acercara con más peligro y al frente tuvo a Barcos. Un jugador nunca celoso, y menos egoísta, que siempre busca a sus compañeros y que genera las mayores acciones de peligro. Un buen jugador y quizá la mejor contratación, nueva, en este año en el fútbol nacional.

Con el gol de Hernán Barcos y con otro de Yeison Lucumí, a menos de cinco minutos para acabar el juego, Nacional venció dos a cero al América y definitivamente se aseguró un cupo entre los finalistas del fútbol colombiano (es sexto de la tabla con 28 puntos).

En los próximos partidos, el martes contra Envigado y el fin de semana con Santa Fe, deberá hacer tres puntos para asegurarse su clasificación. Con Hernán Barcos, Pablo Cepellini y el buen momento de sus juveniles, su ambición, seguramente, seguirá creciendo.