Las religiones en esta pandemia podrían haber tenido una gran presencia, acompañando espiritualmente a los feligreses. A los patriarcas “No los veo”, dice Gardeazábal.
“Crónica de Gardeazábal” sobre las religiones en la pandemia y esta extraña semana santa que vivimos:
“NO LOS VEO
Desde mañana se celebra en toda la cristiandad los llamados días santos.
Los católicos, desde los concilios de Trento y Nicea que ordenaron todos los inventos mitológicos que se siguen celebrando por siglos, tenían las fechas del jueves a domingo como las de grandes manifestaciones de fe y celebración.
Hasta que llegó la pandemia y por segunda oportunidad consecutiva ni mañana ni el viernes ni el domingo de resurrección se hará sentir la capacidad de ruego de unos creyentes más desesperados que afligidos, más desamparados que esperanzados.
Porque si hay quienes brillaron por su ausencia durante la evolución de esta pandemia han sido las religiones.
Ancestralmente, cuando no existían los estudios científicos y el mundo lo dominaban las creencias, las religiones asumían el mandato de intermediarios antes los todopoderosos y encabezaban las oraciones y ruegos a las divinidades para que terminara el azote de la peste.
Ahora no los veo.
Ni el Papa de Roma ni el patriarca de Moscú ni el gran rabino de Jerusalén ni la presidente de la conferencia mundial de iglesias ni el mulá de El Cairo han convocado en estos 15 meses a un día conjunto de oración para al menos mostrar la fortaleza o la debilidad de los seres humanos y así reconocer la existencia del ser supremo que representan.
Nada de eso, Las religiones se volvieron materia oscura, el término tan usado ahora por los cosmólogos.
Ni se ven ni se sienten, invisibles e inaccesibles pueden haber perdido un gran terreno durante esta crisis porque no fueron capaces de convocar.
¿Qué ha pasado con la religión en Colombia?
Y ni se diga lo que ha pasado en Colombia.
Como ya el primado de la iglesia no es ni siquiera cardenal y sus declaraciones (como las que dio este domingo) son tan insaboras como obtusas.
Como los pastores de las iglesias cristianas se contentaron de vivir con los ahorros o se declararon en quiebra y ya no tienen cultos para recoger sus dinerillos.
Y como finalmente ni los desaparecidos teólogos han alcanzado a medir la magnitud de lo que está pasando ni del derrumbe de los pilares de la credibilidad que perdimos, porque entre todos feriaron el poder de resistencia e ilusión que dizque daba la oración, el mundo va a la deriva esperando tal vez que Gates o Musk, Microsoft o Facebook, Silicón Valley o Beiging le marquen el camino a seguir o terminen siendo los dueños de la materia oscura.
Gustavo Álvarez Gardeazábal